miércoles, 23 de julio de 2014

Rubalcaba, el atleta

Cayó en mis manos, fruto de un correo electrónico, una entrevista realizada en mayo del 2.000 (suplemento dominical La Mirada) a Don Alfredo Pérez Rubalcaba. En la revista aparecía una foto antigua suya, con indumentaria atlética. Cuando vi el CE me llamo la atención sobretodo la fotografía, porque ahí, al menos yo, veía  a un atleta en su esencia.

Me ha culpo de despreocuparme de la vida y milagros de la vida personal de aquellos que por un motivo u otro andan en los medios de comunicación, pero eso no deja que uno, en momentos determinados, pueda formarse su propia opinión y en este caso, creo que la fotografía de un joven atleta dice mucho de lo que ha sido y es un personaje público durante una larga vida política en nuestra España.

Insisto ver esa fotografía, es ver una indumentaria de atleta de la época, piernas y brazos en plena sintonía de esfuerzo guiados por una cabeza erguida, y que, aunque con excesivo granulo que evita la nitidez, muestra claramente una intensa concentración para aprovechar en el menor tiempo el máximo esfuerzo, de ahí que,  de los universitario de su época llegara a ser el mejor, si bien su paso a la competición de nivel nacional se vio truncada.

Ser atleta en velocidad, requiere unas peculiaridades muy especificas, donde también se hace necesario conocer muy bien sus debilidades y, sobre todo, aplicar las técnicas adecuadas para aprovechar el mejor de los potenciales de uno mismo en el momento más adecuado, para dar lo mejor de sí mismo y estar entre los mejores.

Ser atleta en velocidad es tener un recorrido deportivo corto, pero el poso que te puede dejar la experiencia de saber lo importante que es conocerse y dar lo máximo de uno mismo en un momento y un instante, puede convertir a la persona en integra y con ello se adquiere una seguridad sobre sí mismo para conseguir los objetivos sin trampa ni cartón.

La imagen del joven atleta Alfredo me transmite unos valores y una forma de ser que creo que han marcado toda una vida y sus decisiones: Defender su ideología, pero no por encima de los intereses generales, ser el mejor y saber ser un perfecto gregario y, no es menos importante,  el decidir sacrificarse y dar la cara en los momentos que pocos lo saben o se atreven hacer.

Don Alfredo Pérez Rubalcaba, en una época en el que decir político es ser demonizado (muchos motivos y razones objetivas y claras las hay),  también es cierto que si solo la mitad de los que le han antecedido o todavía andan “pululando” hubieran sido o fuesen la mitad de buen deportista que ud. ha sido, en España “otro gallo nos cantaría”.

Sr. Rubalcaba, ¡Muchas gracias!

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