jueves, 3 de julio de 2014

62 km de gloria (TP60)


Las victorias están donde las pone uno y que, por muchas victorias que consigas, solo serán válidas para ti y, fuera de este dominio, seguramente serás un perdedor. (Correr O morir, Kilian Jornet)

Son las 03:15 horas. Con el tercer zumbido de reloj comienzo un programado desperezamiento bajo el  ronroneo de “Peñalara”.

La tarde noche anterior, de manera metódica, había hecho una ordenada distribución: Mochila, bastones, gorra, camiseta con dorsal, mallas cortas, calcetines de compresión, zapatillas y polainas.

03:45 horas. Tostadas con mantequilla y mermelada, adornado de café con leche, me han dado el justo sosiego para decir – Ya no hay marcha atrás-. Comienzo el ritual de vestimenta de torero solitario con sanadores ungüentos: Unto de vaselina las zonas expuesta al rozamiento, de pies a cejas, seguidamente me embadurno de protección 50, para finalizar el sacro-ritual-revestimental cuan ceremonia torera, escogiendo metódicamente cada una de las prendas y piezas acomodadas en la silla.

04:25 horas. Tras lanzarme unas palabras y gesto de suerte, me dejan en el punto convenido (Gracias Jesús, que se que estás no son horas de incordio).

05:15 horas. Roberto guiador experto y experimentado estaciona el vehículo a las puertas del polideportivo de Navacerrada y en el mismo punto donde Bienve y Mónica están en menesterosos quehaceres. Todos estamos en el lugar y a la hora establecida y perfectamente sincronizados.

05:25 horas. El autobús no espera. Con Ticket en mano nos ponemos rumbo a Miraflores de la Sierra. Es el momento de mormullos, sonrisas, bromas y… pensamientos de concentración, donde parece despertar el cansancio madrugador a soniquete de motor y  adormecedor balanceo.

06:30 horas. Estamos asomando por el Ayuntamiento de Mirasierra cuando un nutrido grupo comienzan la GTP80. Es nuestro momentos: Alguna foto, algún saludo, algún saltito, el último rincón de evacuación,.. y sin darnos cuenta Mónica, Roberto, Bienve y un servidor estamos amontonados y con la impaciencia en la punta de las zapatillas.

06:45 horas. Con puntualidad británica salimos. Aplausos, voces y jocosidad, porque 62 km de montaña son los causantes del jolgorio y las gracias.

Mónica y Bienve andan prestos en ritmo, una rápida mirada dejan claras las fuerzas desde sus inicios. Roberto apalancado en el temor de molestias de los últimos días, se va a convertir en mi  baluarte para afrontar 62 kilómetros de puro trail. –Este es el ritmo-, me dice. Vamos a un trantran pausado, comedido y sosegado, pero que nos mantiene un aliento seguro que nos deja absorver el tímido sol, que se va posicionando entre la brisa mañanera de la cada vez más cerca montaña.

Fue igual que un suspiro el que nos situó en el puerto de la Morcuera, allí nos recibieron con gratos aplausos y un primer avituallamiento.

Los pies, las piernas y la cabeza avanzaban en plena sintonía. Es la sincronía perfecta, donde sentir las pisadas, mover el cuerpo, abstraerte en las vistas y disfrutar con los que vas, con los que adelantas y con los que te adelantan es  disfrutar y formar parte del espectáculo.

El Paular y Rascafria fue control y nuevo reabastecimiento de fuerzas. Todo está perfecto y animado. ¡Es posible!, sólo el dejarte llevar por la euforia puede quitarte cada milímetro de aliento tan necesario en sus kilómetros finales.

El Reventón es el inicio de la primera gran batalla. Subir y ascender, sentir la primera gran calor y sufrir los primeros jadeos de continua ascensión para situarte en las mismas puertas de Peñalara: Paso de los Claveles, lugar donde aparecen vistas espectaculares, que  son imágenes  que se entremezclar con síntomas de esfuerzo. Con uñas y dientes trepo, dejando que la altura me haga crecer, guardando forzados equilibrios de roca y cansancio, donde la mirada se pierde en los infinitos valles de la vieja Castilla.

Peñalara la cumbreo lleno de esfuerzo e invadido por el cansancio y, allí al fondo, bajo mirada agotada y  de oscuro presagio, las rojas antenas de la Bola del Mundo que se aúpan esbeltas y amenazantes entremezclándose con cada milímetro de mi carne y piel desde la distancia.

Puerto de los Cotos se esconde en cuesta abajo, obligando a mantener un forzado equilibrio con los músculos cansados y doloridos. -Es el momento de hacer la carrera con la cabeza- una voz me dice.

16:00 horas, la Bola del Mundo
Ascender Guarramillas o subir a la Bola del mundo. Una mirada hacia arriba, donde estratégicas nubes esconden el sol  y abren el camino. Subir y ascender, seguir y avanzar.

16,00 horas Alto de Guarramillas, es el momento de descender y acabar. Todo puede estar hecho  o simplemente es cuando el alma lucha contra el límite del cuerpo sobrecogido bajo un intenso dolor que bloquea la pierna derecha. Seguir e intentarlo. Uno, dos  y tres forzadas zancadas hacen brotar escalofríos de coraje y rabia.

Me exijo avanzar y luchar por cada interminable metro. Cinco kilómetros, cuatro, tres,.. de mirada perdida y desconcertada ante una distancia que no es ganadora ni perdedora que es sóloinfinita Alma de Corredor.

11 horas, 20 minutos y 47 minutos de 62 km de AdC.

Puesto, tiempo y clasificación de Mónica, Bienve, Roberto y Julián:
370 clasificados y 28 retirados


2 comentarios:

  1. Buenas noches Julian, la proxima
    vez que nos veamos me tienes que contar como narices se corren mas de 60 km sin morirse.¿cuanto hay que entrenar? estais locos.A seguir con las locuras.
    Federico

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  2. Amigo Fede, el próximo 24 de agosto no habrá cuesta que se me resista.

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