En tiempo de ciclogénesis
explosiva y vórtices polares, cuando te apuntas a una carrera de montaña sabes
que te puedes encontrar con cualquier “cosa”, sin embargo esta vez se dictamino
una tregua para recibir la I CXM de Patones.
Patones de Abajo y de Arriba un núcleo
de población situado al noroeste de la Comunidad de Madrid, casi frontera con
Guadalajara, esta vez iba a ser el lugar
elegido para afrontar un itinerario donde la pizarra, las sendas, los
pedregales y a veces extenuantes subidas fueran el mejor de los escenarios para
llevar cada músculo hasta sus límites y obtener como resultado una gran sonrisa
de felicidad al sentir que has vencido.
Tras un ir y venir, cumplir con
el ritual de ajustar ropas, cinturones y zapatillas, todo está listo para
partir tras la cuenta atrás. Las expectativas sobre esta carrera por montaña
(CXM) no defraudan desde sus primeros metros en subida continua y progresiva,
siendo testigo de estos inicios el magnánimo despliegue de tubería y construcciones
del Canal de Isabel II que trasiegan las aguas del Atazar.
En el primer kilómetro hemos
cruzado Patones de Arriba, localidad turística que nos muestra calles y casas
en piedra de pizarra que con prontitud
nos deja a merced de sus montañas. Subimos entre piedras, corremos entre
senderos, cada curva nos indica una subida dejando una sinuosidad zigzagueante
de colorineros corredores. Las vista de montes y valles con mezcla de jadeos y
sudores embellecen el espectáculo, en el que cada uno de los allí presentes nos
sentimos actores principales.
Más que subir, casi ascendemos en
vertical. Cuesta trabajo alzar la vista, y sólo un soslayo de mirada hacia
atrás te hace calcular la dureza de la subida. Encaramado en la cumbre, dejas
que tu cuerpo regule las pulsaciones, mientras te suministras de líquido,
aunque hechas en falta algo de solido.
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Tirando con un jamón en las costillas |
ira el que ha cogido el jamón y con él al hombro ha escalado tan brutal subida y, así con la dichosa pata de cerdo hasta la meta, por ser premio directo entregado en el recorrido por la organización.
Maravillosos paisajes desde las
alturas donde desde un fondo de nieves, se dibuja en los pies el embalse del
Atazar. Vuelves a recuperar los tonos, los músculos se reavivan cuesta abajo,
se equilibran entre los senderos, ágilmente se acoplan entre piedras allí donde
los senderos son rotos por alegres riachuelos de agua.
La soberbia escenografía está
llegando a su punto más álgido, es en ese momento, donde en una precipitación
en bajada aparecen los tejados de negra pizarra, es el momento de henchirte del
cansancio de la montaña porque te da la libertad y disfrutar de tú entrada en
meta porque te hace sentir que has vencido.