miércoles, 26 de febrero de 2014

I CXM de Patones


En tiempo de ciclogénesis explosiva y vórtices polares, cuando te apuntas a una carrera de montaña sabes que te puedes encontrar con cualquier “cosa”, sin embargo esta vez se dictamino una tregua para recibir la I CXM de Patones.

Patones de Abajo y de Arriba un núcleo de población situado al noroeste de la Comunidad de Madrid, casi frontera con Guadalajara, esta vez iba a ser  el lugar elegido para afrontar un itinerario donde la pizarra, las sendas, los pedregales y a veces extenuantes subidas fueran el mejor de los escenarios para llevar cada músculo hasta sus límites y obtener como resultado una gran sonrisa de felicidad al sentir que has vencido.

Tras un ir y venir, cumplir con el ritual de ajustar ropas, cinturones y zapatillas, todo está listo para partir tras la cuenta atrás. Las expectativas sobre esta carrera por montaña (CXM) no defraudan desde sus primeros metros en subida continua y progresiva, siendo testigo de estos inicios el magnánimo despliegue de tubería y construcciones del Canal de Isabel II que trasiegan las aguas del Atazar.

En el primer kilómetro hemos cruzado Patones de Arriba, localidad turística que nos muestra calles y casas en piedra de pizarra que  con prontitud nos deja a merced de sus montañas. Subimos entre piedras, corremos entre senderos, cada curva nos indica una subida dejando una sinuosidad zigzagueante de colorineros corredores. Las vista de montes y valles con mezcla de jadeos y sudores embellecen el espectáculo, en el que cada uno de los allí presentes nos sentimos actores principales.

Más que subir, casi ascendemos en vertical. Cuesta trabajo alzar la vista, y sólo un soslayo de mirada hacia atrás te hace calcular la dureza de la subida. Encaramado en la cumbre, dejas que tu cuerpo regule las pulsaciones, mientras te suministras de líquido, aunque hechas en falta algo de solido.

Tirando con un
jamón en las costillas
Recalculas los tiempo y distancias. La sensación es que estas sobre el kilómetro diez, la realidad es que acabas de marcar los 4.500 metros. -Y un jamón- esto es lo que te dices, porque no puedo imaginar cómo
ira el que ha cogido el jamón y con él al hombro ha escalado tan brutal subida y, así con la dichosa pata de cerdo hasta la meta, por ser premio directo  entregado en el recorrido por la organización.

Maravillosos paisajes desde las alturas donde desde un fondo de nieves, se dibuja en los pies el embalse del Atazar. Vuelves a recuperar los tonos, los músculos se reavivan cuesta abajo, se equilibran entre los senderos, ágilmente se acoplan entre piedras allí donde los senderos son rotos por alegres riachuelos de agua.

La soberbia escenografía está llegando a su punto más álgido, es en ese momento, donde en una precipitación en bajada aparecen los tejados de negra pizarra, es el momento de henchirte del cansancio de la montaña porque te da la libertad y disfrutar de tú entrada en meta porque te hace sentir que has vencido.

Ante todo esto sólo cabe una gran sonrisa, y decir: Gracias por poder seguir formando parte de estas jaranas.
María, Pedro y Julián

No hay comentarios:

Publicar un comentario