Hace poco he acabado, por segunda vez, de leer la segunda parte del
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha y he esperado dejar mi comentario a
este día, por ser el nacimiento de su creador (29 de septiembre de 1547).
Mi lectura ha sido lenta y poco a poco, donde cada noche un “ratillo” me
entretenía con sus letras, y que pocas veces iba más allá de un capítulo.
Que gran diferencia con su primera parte, esta vez me encontraba con un
Sancho Panza que a cada paso iba creciendo. Conoce a su amo de sus primeras
aventuras, sabe de sus desvaríos pero le “rilean” las piernas por dejar de ser
un “destripaterrones” y quiere una ínsula bien redonda.
En la Segunda Parte Sancho Panza se adelanta a la imaginación de Su Señor
Don Quijote, transforma la más bella de las bellas y sin par Dulcinea en
una vulgar campesina, hecho que arrastras en penitencia de azotes,
durante toda esta segunda parte por insistencia y persistencia de Don
Quijote, para lograr el autoazotamiento de su escudero y el desencantamiento de
Dulcinea “hermosa, sin tacha, grave sin soberbia, amorosa
con honestidad, agradecida por cortés, cortés por bien criada, y, finalmente,
alta por linaje, a causa que sobre la buena sangre resplandece y campea la
hermosura con más grados de perfección que en las hermosas humildemente
nacidas”.
Este fiel escudero no sólo crece ante la figura principal, sino que se
iguala. Caballero y escudero forman una sola figura, donde uno y otro se
necesitan y se perciben como inseparables. El lenguaje y discurso de Sancho
Panza en esta segunda parte no sólo sorprende, sino que su discurrir en las
situaciones los convierte en sabios consejos y en la toma de decisiones, “en resolución; él ordenó cosas tan buenas
que hasta hoy se guardan en aquel lugar, y se nombran: Las constituciones del
gran gobernador Sancho Panza”.
Sorprende un Sancho simple, inseparable de su rucio, aventurero para mejor
ventura de su Teresona, Sanchica y Sanchico, bajito, regordete, dicharachero,..
“-¿Por
ventura -dijo el eclesiástico- sois vos, hermano, aquel Sancho Panza que dicen,
a quien vuestro amo tiene prometida una ínsula?
-Sí soy -respondió Sancho-; y soy quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien "júntate a los buenos y serás uno dellos", y soy yo de aquellos "no con quien naces, sino con quien paces", y de los "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Yo me he arrimado a buen señor, y ha muchos meses que ando en su compañía, y he de ser otro como él, Dios queriendo; y viva él y viva yo: que ni a él le faltarán imperios que mandar ni a mí ínsulas que gobernar. “
-Sí soy -respondió Sancho-; y soy quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien "júntate a los buenos y serás uno dellos", y soy yo de aquellos "no con quien naces, sino con quien paces", y de los "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Yo me he arrimado a buen señor, y ha muchos meses que ando en su compañía, y he de ser otro como él, Dios queriendo; y viva él y viva yo: que ni a él le faltarán imperios que mandar ni a mí ínsulas que gobernar. “
De Sancho
vamos a….
Don
Quijote, “él es un entrevedado loco, lleno de lúcidos intervalos.”.
Imperturbable en su pasión amorosa a Dulcinea y entregado a un ideario
imaginario de la andante caballería y “estando
yo obligado, según la orden de
la andante caballería, que profeso, a vivir contino
alerta, siendo a todas horas centinela de mi mesmo;”
Si su valor
es fruto de una locura que le lleva a lo cómico, sus discursos ensalzan la
virtud de la justicia, la caridad, el amor al prójimo o el servicio a los
desamparados…, ensarta valores en defensa de una sociedad más igualitaria
y justa.
Cide Hamete
Benengeli es el fiel cronista de “tal
señor y tal criado, el uno, por norte de la andante caballería, y el otro, por estrella de la escuderil
fidelidad.”, estudioso de ascendencia arábica que indaga para dar buena fe
de aquellos hechos que protagonizaron el último intento de resucitar la andante
caballería en las figuras del caballero Don Quijote y su escudero Sancho Panza.
El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, una obra maestra que pone en
nuestras manos Don Miguel, soldado y escritor del siglo XV, que con ingenio,
gracia y mezcla de crítica literaria hace de su lectura un entretenimiento,
diversión y con una importante dosis instructiva.
Don Miguel
de Cervantes Saavedra nacido un 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares,
bautizado en la vecina localidad de Alcázar de San Juan y
con fecha de
fallecimiento 26 de abril de 1616 (sepultado en Madrid), nos ha dejado una obra
maestra, con una riqueza incalculable en su lectura. Hoy, leer esta obra, para
los seres normales, nos supone un esfuerzo, que hace que sea una lectura lenta,
pausada y de frecuentes consultas. Mi opinión es que estamos obligados hacer este
esfuerzo, porque su lectura nos abre la mente y nos enriquece.
Pincha enlace a Trapiel |
Prueba a
sumergirte en esta “flor y espejo de los
andantes caballeros.”
El desenlace
de la Obra se inicia con el desafío en duelo entre el Caballero de los Leones y
el de la Blanca Luna; dando un giro a las aventuras los resultados de esta
suerte, del que a partir de
ahora quiere ser el pastoril Quijotez. Aquí, como lector, presiento que se acerca su final, y entre la angustia de saber qué
todo acaba me complace la alegría que muestra Sancho,
al culminar un montículo y ver su pueblo natal, “-Abre
los ojos, deseado patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, si no
muy rico, muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también tu hijo don
Quijote,”
Patria
donde Alonso Quijano el Bueno recobra la cordura y asume con entereza el fin de
sus días y su paso por ella “que cada uno
es artífice de su ventura. Yo lo he sido de la mía;”
Y para
gloria de todos aquellos que sentimos el polvo de estas venturas y
encantamientos, nos lleva a la admiración un soldado que quedó manco en Lepanto
y que, quizás mientras reposaba de estas sus heridas en el mesón de la Chela de
la hoy nuestra Villafranca de los Caballeros, enclavada en el mismitico corazón
de La Mancha, y entre las “casqueras” de su mesonera, que “no era muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta, pero fuerte,
tiesa, nervuda y avellanada”, ideo el
fin que fidedignamente nos narra el mozárabe Benengeli: “Este fin tuvo el ingenioso Hidalgo de la Mancha,
cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las
villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenerse
por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero.”
Iglesia Parroquial de Villafranca de los Caballeros |
Hoy estoy
convencido de que amo y escudero, Quijote y Sancho, en entalamo pasaron ciertos
días de estío a orilla de estas sanadoras lagunas de Villafranca y que
verdaderamente sus barros fueron los ungüentos verdaderos que sanaron cuerpo y
espíritu de estos buenos manchegos, cumpliendo con ello el verdadero deseo de
Don Miguel ser errante y ahijarse en toda villa manchega.
Nota: los entrecomillados y en cursiva son literal de la II parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha.