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lunes, 11 de mayo de 2015

Salió otro caballo, bermejo

Por un casual y no hace mucho hallábame en la sala de urgencia de un hospital en la gran ciudad. Ese tipo de sala de mezclas, donde los olores de dentro y de fuera llenan la atmosfera, entre el adormecido cloroformo y la esperanza del alcanfor. En ese ambiente de miradas disimuladas espiantes, resuena unas voces silenciosas -… guerra civil…., …ocurrió de todo…, … Franco…, ... aquellos tiempos…, …la División Azul…-. Hablaba de forma cansada y de marcada entonación, debido a su muy avanzada edad. Quise enlazar, para querer saber, pero… simplemente mire a la pared y cerré los oídos porque el olor me sabía a naftalina.

Viernes Santo, mientras estoy esperando la tradicional Procesión de Semana Santa en mi pueblo, miro a mi izquierda y veo a Constancio. Es el momento de cruzar unas palabras con él, sus gestos, sus expresiones refuerzan las palabras. Habla con orgullo de su libro, pero también hace un esfuerzo, el mismo que refleja en su libro, para remarcan que no habla de la guerra civil, que lo que quiere remarcar es el dolor de esa guerra y sus consecuencias reflejado en la vivencia de  unos cheleros.

El sonido de tambores y trompetas dejaban pasar los Pasos, mientras le interrogaba sobre cómo se le ocurrió, dónde obtuvo documentación y sobre todo le manifestaba la angustia que cada noche, al dejar el libro en la mesita,  me reconcomía ante el sufrimiento que somos capaces de producir el ser humano a otro ser humano, pero que en este caso lo sentía como algo cercano, porque se trataba de unos paisanos de nuestro pueblo.

 Mientras  me describía la documentación a la que ha tenido acceso y el enfoque del libro, el sonido de tambores y trompetas dejaban pasar los pasos.

El Santo Sepulcro pasa ante nuestros ojos. Jesúcristo muerto y expuesto en un féretro de cristal donde su imagen reposa en posición decúbito supino, donde la cabeza va situada en la parte de delante del féretro. Ante el Dios muerto, mostramos silencio y respeto, porque pasa un Dios hecho hombre para ser escarnio, torturado y muerto por el hombre.

“Salió otro caballo, bermejo”, es un libro que trata de la guerra civil española, sin entrar en la guerra civil española. Un libro que no se centra ni en los vencedores ni en los vencidos, es un libro que muestra el sufrimiento que el ser humano es capaz de infringir a otro ser humano, pero la diferencia de este libro es que cuando lo cierro cada noche, en mi mente permanece la imagen de un paisano degradado a ser inmundo, esclavizado y expuesto a las situaciones más extremas, que lo deja en  límite de dejarse morir o quitarse la vida. El saber que es un vecino estruja, si cabe, aun más el corazón.

El libro habla de la guerra civil como medio que marco el sufrimiento de personas normales, paisanos de un convivir diario que un día se enfrentaron y sus consecuencias han sido arrastradas a generaciones, y que por desgracia hoy persiste en nuestra sociedad.

La primera parte del libro se centra en Romo, paisano chelero, alistado en el bando perdedor, donde su verdadero infierno en la tierra comienza con su  ingreso en el campo de concentración de Mauthausen.

La segunda parte es de los vencedores, donde el chelero Aparicio se alista en la División Azul, para ir a una guerra donde “no pintamos na”.

Una y otra consecuencia arrastra a él y sus familias, perdurando durante generaciones y todo por una sin sentido explosión de odio entre vecinos y conocidos.

Constancio Chacón Velasco, sin posicionarse entre vencidos o vencedores, al escribir el libro trata de llevarnos a la reflexión, a través del sufrimiento de unos paisanos cheleros,  de que no merece la pena  ser tan tozudo e irreflexivo para generar dolor y sufrimiento al otro, porque ese otro se convierte en sí mismo y marca a generaciones que están obligadas a un convivir diario.

Animo a leer “Salió otro caballo, bermejo” de Constancio porque rompe barreras de los unos y los otros, a través del sufrimiento de todos, y entre medias encontrarás tintes costumbristas del cotidiano chelero.

Hubo una época que estaban obligados a odiarse, hubo una etapa que fueron obligados a recordar, hoy estamos obligados a saber para entendernos.

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viernes, 27 de marzo de 2015

Don Quijote de La Mancha (Parte I)

Obra Maestra que ha hecho que la mitad del mundo hable el castellano. Fue allá por los finales de los 70, cuando enfrascado  en las labores de las armas (Servicio Militar forzoso) me hice un firme propósito: Leer El Quijote.

Casi cada día me leía uno de sus capítulos. En su lectura había un firme propósito: Poder decir que he cumplido con mi labor de buen Castellano (Leer, al menos una vez, en la vida las afamadas aventuras caballeresca del brazo más fuerte que La Mancha ha visto), “No os la doy para que la beséis, sino para que miréis la contextura de sus nervios, la trabazón de sus músculos, la anchura y espaciosidad de sus venas; de donde sacaréis qué tal debe de ser la fuerza del brazo que tal mano tiene”.

2015, es el año del cuarto centenario de la publicación de la II parte del el Quijote. Ante tal fecha histórica, considere oportuno hacer mi pequeña celebración: Leer por segunda vez, haciendo de esta lectura una acción pintiparada a la de aquellos años  en que lo leí en labores de armas.

Creo que decir que aquella primera lectura, es igual a esta otra no corresponde a la realidad.

Don Quijote de La Mancha, andante caballeresco juramentado en un castillo de encantamientos, “prometo mi favor de ayuda, como me obliga mi profesión, que no es otra sino de favorecer a los desvalidos y menesterosos”. Este caballero de la Triste Figura (Sobrenombre dicho por su escudero), pone tan altruista misión en base a sus sesos absorbidos en milesias lecturas, donde el disparate y el encantamiento turbian su visión de la realidad social de aquel entonces, creando entuertos y desventuras al ejercitarse en todo aquello que había leído.

Fue en su segunda salida donde, “un labrador vecino suyo, hombre de bien…, pero de muy poca sal en la mollera , “Decíale entre otras cosas Don Quijote, que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase en quítame allá esas pajas, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador de ella. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino”.

Uno armado caballero en cuentos disparatados “que atienden solamente a deleitar y no enseñar”. El otro hombre sencillo, de vida humilde y de penoso trabajo diario que hacen de su ver un simplismo la vida misma. El uno armado caballeros y el otro nombrado fiel escudero, ambos dos surcan tierras manchegas a fin de resucitar la vida caballeresca.

Salvando  las” jeringoncias” en Sierra Morena (“Quiero, digo, que me veas en cueros, y hacer una o dos docenas de locuras, que las haré en menos de media hora”), para que así de traslado su escudero a su amada Dulcinea, el escenario de aconteceres principal  de este primer libro se sitúa en un Castillo que a todos los demás les parece venta. El castillo o venta es un trasiego de ir y venir de personajes y coincidencias, que entorno a don Quijote y Sancho
Panza traen cuentos y devenires donde todo se hace posible “Y acorriéndose a don Quijote, y a Cardenio, y don Fernando, que todos favorecían a don Quijote; el cura daba voces, la ventera gritaba, su hija se afligía, Maritornes lloraba, Dorotea estaba confusa, Luscinda suspensa y doña Clara desmayada. El Barbero aporreaba a Sancho, Sancho molía al barbero, don Luis, a quien un criado suyo se atrevió a asirle del brazo porque no se fuese, le dio una puñada que le baño los dientes en sangre.” Entremedias de este discurrir aparecen amoríos imposibles y desvelos platónicos entre doncellas y nobles o plebeyos que son llevados en narraciones de bucólica pastoril.

Esta segunda lectura me ha dado una mejor y amplia visión del más grande de los libros jamás escrito “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. Donde dos figuras inseparables pero antagónicas luchan en un mismo mundo con visiones diferentes. Don Quijote, a veces verborreico en sus palabras de locura, pero en las más sus acciones son puro esperpento que te llevan a la risa y, cuando no, a una visión de una figura, más que triste, lastimosa. Sancho Panza es un escudero fiel, a veces abroncado e incluso relegado a su condición de pertenecer a la escala social más baja de simple escudero; pero será su ingenio, desde la simple visión de la vida y de los hechos, que hace encarrilar a su amo, aunque si bien este fiel escudero le mueve “un ansia”, o
será un antropológico egoísmo de conseguir un rápido ascenso social, ser gobernador de una ínsula. Ambos dos se necesitan, porque los actos del uno fortalecen al otro y viceversa, consiguiendo la perfecta simbiosis, donde cada uno intenta llegar al negocio que les trae todas estas sinsentidos desventuras.
Hoy después de 400 años de la edición de la segunda parte del Quijote, siguen apareciendo quijotes. Quijotes que nos fabrican marfuces historias de aventuras entre escenarios encantados, donde nos fabrican gigantes e ínsulas y sin olvidarla bucólicas narraciones pastoriles; haciendo de todo ello “un negocio en el que le iba la vida, la honra y el alma”,  pero estos quijotes modernos necesitan de discretos escuderos que le hagan superar la fama de aquel andante caballeresco para ellos “alcanzar reinos e imperios, de dar ínsulas, y de hacer otras mercedes y grandezas, como es uso de caballeros andantes,” –donde sigue diciendo Sancho Panza- “que todo debe de ser cosa de viento y mentira, y toda pastraña, o patraña, o como lo llamáremos. Porque quien oyere decir a vuestra merced que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino, y que no salga deste error en más de cuatro días, ¿qué ha de pensar sino que quien tal dice y afirma debe de tener güero el juicio” (Su escudero, Sancho Panza a don Quijote).

En estos tiempo como en aquellos otros, son los más los escuderos que los caballeros, y estos para ser Caballeros han de tener escuderos y como “Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves sacadas de la luenga y discreta experiencia;” digo “por el hilo del gitano saco el ovillo” o líbrame de las aguas mansas que de las bravas me cuido yo.

No puedo cerrar sin nombrar a Don Miguel de Cervantes Saavedra, nacido en Alcalá de Henares,  que anduvo por mil y un lugar;  donde su andante y afamado caballero recorrió los mil y un rincón de la inmensa Mancha y más. Hoy los restos mortales (al menos algunos) de Don Miguel descansan en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, sin certeza científica pero si antropológica e histórica. Entremedias de todo esto, y desde el derecho simplicista que me otorga esta historia jamás nunca tan bien contada, cierro los ojos y vislumbro bajo la torcía de un candil escribir esta verdadera historia
en aquel apartado rincón de la venta de la Chela (Actual localidad toledana de Villafranca de los Caballeros), mujer de fuerza, carácter y altos pechos. Toda ella era de pura cepa manchega, que armada en armas y brazos en jarra le arrimaba una buena jarra de vino de la tierra de vez en cuando, entretanto, este Manco de Lepanto, bien hizo ilustrar tan desaforadas aventuras caballerescas desde el mismo corazón de La Mancha, Villafranca de los Caballeros.


NOTA: los entrecomillados, son copia literal de la primera parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha.

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domingo, 1 de febrero de 2015

Victus

Fue por el mes de septiembre cuando di fin a Victus. Libro que trata de la guerra de sucesión entre los borbónicos y austracista, o lo que es lo mismo Felipe V y Carlos I. Ya en aquellos entonces se vislumbraba que las parcelas localistas independiente eran mera quimera, donde Europa mostraba su apoyo a uno u otro según sus conveniencias e intereses, y entre medias España partiéndose a “ostias” por poner al mando del timón a los carlangas o los felipistas.

Victus, es ese voluminoso libro que te retrae (más si el tiempo que dispone para lectura es muy limitado), además en este caso, bajo el recelo de que su autor, Albert Sánchez Piñol, es su primer libro en el lenguaje castellano. Lo primero que piensas es que buscará.

Victus una vez en mis manos, mejor dicho en mi libro electrónico, me envolvió de un patriotismo ejemplarizante Norteamericano, es decir, no hay mejor forma de ser español que entender lo diferente y así reforzarnos en lo que somos un estado plurinacional.

Martí Zubiría, o el bueno de Martí un espabilao sinvergüenza que nos va narrando la historia desde su historia. Una primera parte como aprendiz de la afamada escuela de ingenieros de Vauban para llevarnos hasta el final de esta guerra de sucesión en España, con la toma de Barcelona un 11 de septiembre de 1714.

Piernas largas o el sinvergüenza de Marti no es fiel a ideologías ni a bandos,
cambia de un lado a otro según conveniencias e intereses, así también ocurre con los profesionales de la guerra o aquellos que luchan en un bando y luego se cruzan al otro. Victus narra una guerra compleja, que la balanza cae sobre un lado u otro según la fuerza de los apoyos exteriores que cada bando dispone en un determinado momento.

Del libro y su narración, no hay que olvidar, que la hace el bueno de Zubi a una edad de no menos de 90 años, con lo cual los retazos narratorios están sujetos a una mente quemá por los años, con flases de recuerdos, y en muchos de los casos de acuerdo a su conveniencia. Dejando en algunos momentos de su narración una visión pobre  y de miras estrechas: “El personaje castellano por excelencia es el hidalgo, invento medieval que aún pervive. Orgulloso hasta el extremo de la locura, desvivido por el honor, capaz de batirse a muerte por un pisotón, pero incapaz del menor empuje constructivo. Lo que para él son gestos heroicos, para la mirada catalana no pasa de ser un empecinamiento en el más risible de los errores.”

Martí Zubiría pone su conocimiento en la defensa o el ataque de una u otra ciudad, dependiendo en el bando que se posiciona, “Según Bazoche la guerra podía, y de hecho debía, practicarse sin emociones, que son las nubes que enturbian el paisaje racional de la ingeniería”. Martí Zubiría es un ingeniero militar que aplica el arte de atacar o defender una ciudad, un baluarte o una plaza fuerte desde el carácter aséptico de un técnico.

Pero también Martí es un ser despreciable, sin principios y un sinvergüenza al servicio de su interés,  “_¡Soy su fiel escudero, don Antonio! –grite por decir algo. – Entonces dígame –repuso entre risas-: ¿por qué cuando el enemigo se halla a nuestra derecha usted cabalga a mi izquierda, y cuando lo tenemos a la izquierda usted cambia de lado y se pone a mi derecha? ¿No será que intenta usar mi cuerpo como una fajina móvil?.”

“-Vamos, Zubiría, sincérese consigo mismo. Su fuga no se la dictó la racionalidad, sino el egoísmo. No lo guió el amor a la vida, sino el miedo a la muerte”.

Entre medias de este narrador de dilatada vida, andan a garrotazos dos facciones dinásticas: Los borbónicos caracterizados por su cabezonería e ir al límite sin mirar consecuencias y `por otro los austracistas, identificados en los felpudos o la casta catalana que mira sus intereses por encima de los catalanes de a pie.

Yo en todo esto creo que cada uno pone la ñ donde le viene en gana y como le da la gana. Yo la pongo en España para así seguir unidos cien años más, por lo menos.


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lunes, 14 de julio de 2014

El Tango de la Guardia Vieja.

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Estamos en el umbral de verano o a las puertas de las vacaciones, sea de una forma o de otra, las “calores veraniegas” se hacen sentir en nuestro cuerpo, y si buscamos apaciguar el cuerpo con refrescante baños, os propongo un refrescante libro para apaciguar el sofoco del alma. 

Tres personajes: Los de Troeye, él afamado compositor que busca superar su propio existo del momento componiendo un tango como una apuesta música y ella, mujer atractiva y de elegancia enmarcada y el tercer personaje es Max, el bailarín mundano. Los tres serán el eje de un perfecto “ménage à trois”.

El encuentro de Armando, Mecha y Max en el “Cap Polonio” un transatlántico con destino a Argentina, donde Max el bailarín mundano les adentrará en el ritual íntimo del tango. Este encuentro se arrastrará a lo largo de toda la novela “revertiana”, los tres de una u otra manera estarán presente, bajo una historia que se desarrolla en tres momentos temporales distintos:

Anterior a la guerra civil española, que nos lleva a los suburbios más recónditos  de Buenos Aires, para llegar a las raíces del “tango Viejo” nacido de los ambientes más populares y abigarrados. Armando de Troeye busca el tango sin adornos ni refinamientos.

Estamos es el momento preciso de mezclar la búsqueda de la esencia del tango y el consentido flirteo, mediante la combinación de miradas, gestos y acercamientos en un ambiente en el que milonguear  “el tango era para arrimar la chata abrazando a una mujer, o para farrear con los muchachos. Se los decía él, que lo tocaba. El tango era, resumiendo, instinto, ritmo, improvisación letra perdularia” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).

En los recónditos suburbios de Buenos Aires, Max lleva a Armando a descubrir las calves del tango profundo y el bailarín mundano en un juego de seducción consentida encuentra los vicios ocultos de Mecha Inzunza “Le asombraría saber cuántas niñas sueñan con vestirse de princesas, y cuantas mujeres adultas desean vestirse de putas.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja). La pluna “reverteriana” nos acerca, trata y describe el sexo, cuando toca, de manera magistral “- Gracias a él descubrí placeres que prolongaban el placer –añadió ella-. Que lo hacían más espeso e intenso…Quizás más sucio.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja), bajo mi opinión Grey no le llega ni a la suela del zapato. Donde los juegos de pasión se ven tocados de una narrativa exquisitamente descriptiva: “enloquecida como una loba que devorase una presa con crueles dentelladas; mientras, aferrado a los barrotes de la cama, él buscaba un punto de apoyo para controlarse al filo del abismo, obligado a apretar los dientes y sofocar el aullido de angustia animal, viejo como el mundo, que le brotaba de las entrañas.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).

Segundo espacio temporal, el periodo entre-guerras, en plena macabra agonía de una doble España. Francia se convierte en el encuentro casual entre Mecha y Max, donde un Armando de Troeye sigue presente en el ambiente narrativo. Esta época donde el bailarín mundano se ve envuelto en un ambiente de espías e intrigas de un mundo ajeno a sus intereses “-en mi mundo- dijo –todo resulta maravillosamente simple: Soy los que las propinas que dejo dicen que soy. Y si una identidad se estropea o agota, al día siguiente tomo otra. Vivo del crédito ajeno, sin grandes rencores ni grandes ilusiones.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).

El tercer momento temporeo y provocado, donde aquellas tiempos de “buscar un taxi de madrugada oliendo a mujer o a noche perdida, sin que una cosa contradiga la otra” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja) han pasado para  un Max Costa que se ha desquitado de ambientes aparentes, para ejercer de chofer de un afamado director de clínica dental. 

Esta vez es Italia, el país del provocado encuentro por el bailarín mundano, donde Mecha. ” –Por varias razones. Curiosidad, primero. Era fascinante reconocer al Max de siempre: elegante, tramposo y amoral.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja), se da fin de una entretenida y refrescante novela, con gusto descriptivo, donde los personajes se sienten y sus intrigas te atan, donde el final se produce entre los 64 escaque del tablero de ajedrez:  “- Claro. Esto es ajedrez. El arte de la mentira, del asesinato y de la guerra.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).

Max Costa, el bailarín mundano, atrapado entre el Joven Jorge Keller, genio del ajedrez y aspirante a campeón del mundo, y Mecha Inzunza madre de este joven, donde el bailarín mundano “vivo de mi sable y mi caballo” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja), pero esta vez bajo la mirada de unos ojos que parece reconocer.

sábado, 10 de mayo de 2014

Espartaco el gladiador

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de Ben Kane
Hablar de Espartaco es evocar imágenes de aquel esclavo, representado en la figura de  Kirk Douglas; desde aquella película que de manera embelesados disfrutábamos viéndola una y otra vez. Todos sabemos las no se cuantas veces que se ha recreado la vida de Espartaco en  películas y series.

Hoy simplemente quiero hacer mención al libro de Ben Kane, titulado Espartaco (Sparadakos en Latín). Con la lectura de este libro te adentraras en la figura del esclavo que tuvo en jaque al imperio Romano, el más poderoso en aquellos años  cien antes de Cristo. Ben Kane nos dibuja un personaje que procede de un linaje noble de Tracia. Donde los romanos son odiados, y Espartaco, con afán de vencerlos, se alista en las filas Romanas para conocer sus tácticas y técnicas. Al volver a su tierra con sed de venganza contra los romanos, es traicionado y vendido como esclavo, donde en el ludus de Capua, comienza su vida de gladiador.

Desde el Espartaco más humanos va emergiendo la figura de un Espartaco líder, donde sus conocimientos en la milicia, su obsesión por vencer a Roma y sus ganas de libertad van reforzando el personaje líder que todos de pequeño hemos emulado y, que su figura histórica, está escrita en los miedos, que junto Aníbal, hicieron tambalear los cimientos de la sociedad romana y sus poderosas legiones.

La figura del Espartaco líder va creciendo, al mismo tiempo que avanzamos en la lectura de tan magnífico libro. Cuando un esclavo gladiador es capaz de iniciar una rebelión en el ludus o escuela de gladiadores, para escapar con un puñado de esclavos gladiadores al Vesubio, e ir formando un ejército de esclavos de más de 40.000 hombres y ejercer el liderazgo en un conglomerado de nacionalidades, intereses e indisciplina, sólo se puede hablar de Espartaco el gladiador, que desde su fortaleza física y mental  surge un gran hombre y un gran  líder que no sólo nace, sino que se hace. Sólo así se entiende que un esclavo, gladiador y hombre se atreva a desafiar a un imperio y dar esperanza a los esclavos.

Trasladarnos a épocas de hace más de 2000 años, es descubrir situaciones que son incomprensibles a nuestra mente: La esclavitud mas denigrante y los derechos de los vencedores sobre los vencidos, que engendran violaciones indiscriminadas, muertes y saqueos; todo ello son escenas que Ben Kane nos describe  con todo espeluznante detalle en su libro.

Al fin y al cabo estamos en una sociedad romana donde los juegos son a muerte  “su recuerdo más destacado del episodio no era haber clavado la espada en el cuello de su oponente, sino el rugido sanguinario del público que había oído a continuación.”, pero a pesar de ubicarnos en una sociedad de guerras también “Casi todos los hombres están temblando como pajaritos o rezando como locos a todos los dioses bajo el sol. Muchos vomitan o se mean encima.” (Espartaco  de B.K)

Recomiendo la lectura de Espartaco el gladiador de de Ben Kane, su escenario histórico excelentemente bien recreado, te hace vivir cada una de sus líneas, quieres seguir y seguir en su lectura y lo más importantes que te deja lanzado para iniciar su segunda parte “Espartaco la rebelión”.

viernes, 7 de marzo de 2014

Alcazaba

Consecuencia de un extracto, al inicio de la lectura de este libro de Jesús Sánchez Adalid, hice una entrada  bajo el título “La historia de la crisis”, dando mi particular visión, de lo que creo que es en las épocas que vienen mal dadas, Sea donde sea y cuando sea, los que más pierden son los de siempre: el ciudadano de a pie limpio y mondo.

Antes de adentrarnos en Alcazaba, quiero recordar el primer libro que leí de J.  S. Adalid, El Caballero de Alcántara, libro que nos sitúa en un momento convulso, tanto personal como de conflictos de fronteras, del reinado de imperio de Felipe II. Un libro documentado históricamente y que nos describe el arma poderosa del espionajes, puesta en manos de un miembro de la Orden Militar de Alcántara (Monjes  guerreros juramentados).

No sólo su lectura me entretuvo, sino que me acercó a la Extremadura de aquella época, al convento de Guadalupe e incluso me llevo por un arriesgado periplo que pasando por Venecia para ir hasta Constantinopla, donde me hizo vivir la arriesgada labor de espía para desvelar las intenciones del ejército turco.

Alcazaba nos sitúa a finales de la Alta Edad Media (S IX),  bajo la dominación del Califato de Córdoba (Abderramán II) y nos ubica en la ciudad de Mérida, enclave donde tres culturas monoteístas, tan próximas y diferentes, se unen para enfrentarse al poder abusivo y destructivo de Abderraman II, que con sus gravosos impuestos, no sólo estaba llevando a las clases de a pie a la hambruna, sino que las clases dominantes estaban en un insufrible empobrecimiento que no estaban dispuestos a tolerar.

Jesús Sánchez Adalid, bien documentado nos desgrana la tirante convivencia de estas tres cultura, donde los bereberes acaudillan la ciudad, los dimmies mantiene su religión cristiana con un inconformismo a flor de piel y en la espera de que los ejércitos del norte acudan en su ayuda, y por otro lado la sociedad judía a caballo de ambas culturas. “-¡Ah!- exclamo Abdias bajando la voz-. Naturalmente que no les hemos hecho nada malo. Pero bien sabéis que los cristianos no han dejado nunca de mirarnos con recelo, buscando la manera de hallar en nosotros los judíos cualquier motivo  para convertirnos en la causa de todos sus males”. Y entremedias de esta algarabía están los muladís donde sus rezos a Allah se ven confundidos con arraigadas costumbres de su anterior religión.

Leer a Jesús Sánchez Adalid es más que leer novela, es leer historia, es vivir una época, es conocerla a pie de calle, es sentir que cuando finalizas su libro has recibido una gran lección y por supuesto, si te adentras en su libro encontrarás una lectura sin denuedo, donde sentirás el arrobamiento de la época que te aherrojará hasta su final, quedándote tan rozagante al descubrir palabras de amplio contenido de un egregio lenguaje castellano.

Por buscar otro punto común de tan azarosa época con esta nuestra tan actual, os traigo un extracto de la conversación del hortelano Demetrio con el Duc Rodrígo

“-¡Que noche tan calurosa!- exclamaba con su habitual mal humor -¡Y estamos en mayo!. Apenas acaba de pasar la semana de Pascua y ya están los sembrados pidiendo la siega… ¡Señor, que tiempos estos! ¡Todo está al revés!. Será la causa de nuestros muchos pecados… “ (Alcazaba de JS Adalid).

Me da que esto del cambio climático ya viene de atrás.

viernes, 7 de febrero de 2014

Correr o morir

El terreno de donde uno es va forjando las cualidades que uno posee, y si nos situamos a 2000 metros de altitud, allá por la zona Norte de la Comunidad Autónoma de Cataluña, adentrado en la frontera pirenaica entre Francia y España, donde el corretear es entre nieve y monte, entonces puede surgir una máquina humana del ultrafondo.

Correr o morir, surgió en una conversación, donde después de ilustrarme en conceptos de las carreras por montaña, me animaron a la lectura de este titulo de dualidad drástica. Su lectura me engancho desde el principio, donde no hay página que no deje una frase para la reflexión. Cuando comencé a leer el libro era  desde un punto de vista puramente deportivo, pero poco a poco me fui dando cuenta que su contenido va más allá. Es un libro donde el punto lo pone en la superación.

Tú, yo, él, otro o cualquiera, seguramente tengamos muy difícil o será imposible lograr los grandes retos de esta “máquina humana del ultrafondo”, que es capaz de cruzar de Oeste a Este los Pirineos durante ocho incesantes días de correrías,, subir y bajar corriendo el Kilimanjaro  o adentrarse en impresionantes retos de  fondo que dejan con la boca abierta a cualquiera, porque sólo es posible si la naturaleza te ha dotado de cualidades excepcionales, pero “el don y la genética no sirven de nada sin el trabajo” (dice Kilian Jornet).

El tener cualidades no es suficiente para Triunfar, porque las cualidades han de estar acompañadas del sacrificio, de la disciplina, del creer en lo que haces…, cuando todo esto confluye el cuerpo se convierte en roca, porque la mente es roca, y aquí está su gran lección. Solo obtendrás lo máximo y serás el mejor, quien a sus cualidades le sume la capacidad de control de la mente ante el sacrificio. “… concentrarme en dar un paso tras otro, en clavar la vista en el suelo y apretar los dientes para que los músculos obedezcan a mis pensamientos pese al dolor…” (Kilian Jornet). Y para el resto de los humanos nos queda el saber que nuestro límite no está en el cuerpo, está en la mente, y ahí será donde llevemos nuestras posibilidades a sus máximos, “… he descubierto que los límites no existen para nuestro cuerpo. De él solamente dependerán la velocidad y la fuerza, pero los límites reales, los que nos conducirán al abandono o a seguir luchando, los que nos permitirán alcanzar nuestros sueños, no dependen de nuestro cuerpo, sino de nuestra mente, de nuestra motivación, de las ganas de hacer realidad nuestros sueños.”(De correr o morir).

Animo a todo el mundo deportista o no que se adentren en  este interesante libro donde descubrir que llegar
Kilian Jornet
a sentir que tras kilómetros y horas, tus pies simplemente hacen del correr un baile con los obstáculos que simplemente te lleven a disfrutar con lo que haces, porque “ganar no significa terminar en primera posición. No significa batir a los demás. Ganar es vencerse a uno mismo. Vencer a nuestro cuerpo, nuestros límites y nuestros temores. Ganar significa superarse a uno mismo y convertir los sueños en realidad.” (K.J)

Kilian Jornet de 26 años, español, nacido en Sabadell  cuenta con un historial deportivo que nos deja con la boca abierta, donde  muchos  de sus  record no obtienen el reconocimiento que bien merece, por no existir una homologación oficial, pero no desmerece para nada su esfuerzo sobrenatural para conseguirlos.

Correr o morir de Kilian Jornet te reinventará, porque descubrirás que no tienes limites.

“No vale no luchar, no vale no sufrir, no vale no morir… 
ha llegado la hora de sufrir, ha llegado la hora de luchar,
 ha llegado la hora de ganar.
 Besa o mata”.
(Kilian Jornet, correr o morir)

jueves, 30 de enero de 2014

La historia de la crisis

La Alcazaba de Mérida
Acabo de adéntrame en Acazaba de Jesús Sánchez Adalid, novela histórica ubicada en el siglo IX (cuando la Reconquista). Mérida es una ciudad bajo el califato de Córdoba, donde cohabitan tres culturas (musulmana, judía y cristiana), me podría centrar en la cagada de una cigüeña sobre la cabeza del judío Abdías ben Maimun y como esta mierda es un augur que marca el destino de su hija Judit, pero hablare del cabreo de una población que esta asolada por la crisis económica y sus inmediatas consecuencias:

El valí de Mérida, después de la oración de la tarde de un viernes cualquier, se topo,  a las puertas de la mezquita Aljama, con una multitud encolerizada.

Griterío ensordecedor que se aquejaban de las malas cosechas, de las abundantes lluvias que inundan los campos y hacen los caminos intransitables y para mayor infortunio la pedida de sus ganados; pero todo ello era asumido, porque ¡El Omnipotente así lo ha dispuesto¡, no así los impuestos que crecían y crecían para enriquecer a los poderosos mientras  sus familias, sus hijos, no tenían nada que echarse a la boca.

Ante este panorama de crisis económica, se formo una turba rabiosa que  sólo quería manifestar su desazón con  gritos, lanzamiento de tierra, piedras y escupitajos ante el valí y su cortejo por  unos impuestos leoninos. Entre los vociferados gritos de la turba-masa resaltaban frases tales como -¡Allah os pedirá cuentas! ¡Ladrones! ¡Justicia! ¡No pagaremos ni un dinar!-, -¡Perros! ¡A Córdoba! ¡Marchaos a Córdoba  con vuestros amos! ¡Fuera! ¡Fuera!...

El tumulto se traslado de manera encolerizada por los barrios de la ciudad.

Ante estos hechos y el temor de que todo ello se transformara en una rebelión, el valí (máxima autoridad de Mérida) convoca a los notables de la ciudad en Consejo, reuniendo a ricos mercaderes, notarios, alfaquíes, maestros de la Madraza y autoridades dimmíes de los infieles (cristianos y judíos).

Y esto acontece en el Consejo:

“Animado por tan favorable reacción ante su discurso, Sulaymán propuso: -Los hombres que agraviaron a nuestro valí y a su Consejo el viernes frente a la mezquita Aljama deben ser castigados. Ya que, como hemos dicho, la obligación que tiene el creyente de pedir justicia y hallar verdad no justifica la rebelión. ¡Caiga, pues sobre ellos la fuerza de  nuestra ley! –

¡Muy bien! ¡Asís sea!- asentían los presentes-. ¡Sean castigados! ¡Eso es justo!.

-¡Sí!- prosiguió el cadí haciéndose oír entre el murmullo-. Pero tampoco debe olvidarse que, en nuestra obligación de hallar la verdad y la justicia en el gobierno de la ciudad, ha de ponerse de manifiesto lo que hoy nos ocurre…. –Alzó el dedo con autoridad-. Y a nadie se le oculta que sufrimos duros impuestos, en estos tiempos malos. ¡Debemos hallar la manera de lograr justicia verdadera!.

Se hizo un gran silencio de momento. Después algunas voces sueltas exclamaron: -¡Muy bien hablado! ¡Vela por la ciudad, valí Mahmud! ¡Valí, justicia! ¡Justicia y misericordia en nombre de Allah!.

Concluido el discurso del cadí, debía intervenir el valí Mahmud, que ya se había puesto  en pie para dictar sentencia. Con voz decidida y grave, anuncio: - Los hombre que profirieron insultos, escupieron y lanzaron piedras sufrirán mañana el castigo que manda la ley: se les cercenará la mano derecha a cada uno y la lengua hasta la mitad del paladar. ¡Cúmplase!.

Hizo un silencio y luego añadió: -En lo que a los impuestos se refiera, antes de aportar ninguna solución, debemos saber si hay unidad entre todos los representado aquí convocados-.”( de Jesús Sánchez Adalid en su libro Alcazaba)

Bueno hasta aquí he leído y que cada uno reflexiones y saque conclusiones. Yo sigo a mi trontón hasta el final porque esto entretiene y enseña.

domingo, 15 de diciembre de 2013

1984

El que todo lo sabe
Me gusta más acercarme al futuro desde el pasado, saber cómo se ha ido construyendo nuestro mundo, aprender de los errores, valorar y admirar aquellos grandes personajes, que en mayor o menor medida, han conseguido que este mundo intente ser algo mejor.

 Soy muy escéptico con el vaticinio y más si este es destructivo de la persona individual,  como es el caso de George Orwell, en el libro 1984, donde  se suprime la libertad del individuo y su  independencia, para ser sometido al imperio de un estado totalitario que controla hasta el ámbito más íntimo de la persona.

 “La sombría y omnipresente figura del  Gran Hermano, el jefe que todo lo ve, todo lo escucha y todo lo dispone”, escribe Geroge Orwell en el libro que ha sido el inspirador el reality show televisivo Gran hermano, en donde un grupo de personas se someten al ojo que todo lo ve.  1984, describe una sociedad  sometida al totalitarismo más salvaje, basado en tres consignas: La ignorancia es la fuerza, la esclavitud es la libertad y la guerra es la paz.

La implacable red que todo lo controla no está para ser el presente, sino ser el permanente futuro, superando las consignas históricas de aquellos gobiernos que las llevaron a cabo y fracasaron: El despotismos era: “No harás esto o lo otro”. La voz de mando de los totalitarios era: “Harás esto o aquello”. Nuestra orden es: “Eres” (1984, George Orwell)

 El Partido ordena “ERES”, donde sólo el Partido sostiene la verdad y es efectivamente la verdad, porque es imposible  ver la realidad sino es a través de los ojos del Partido.

Controlar el pasado, modificándolo  mediante palimpsesto, donde la historia queda relegada a la verdad del Partido. Controlar el individuo, mediante la supresión del raciocinio lógico, es establecer la verdad increbrantable para conseguir la felicidad colectiva que sólo el Partido tutela.” Desaparecida la mente individual, única capaz de cometer errores, se da paso a la colectiva  e inmortal que recae en el Partido, como única capaz de captar la realidad.” (1984, George Orwell)

Construir un neolenguaje,  suprimiendo las palabras que son innecesarias, limitando la capacidad de pensar, asegura la anulación del individuo y se obtiene el total control de todos y cada uno de los individuos en una sociedad identificadas por tres clases: Alta, media y prole.

Con un pasado hecho a la medida -y en cualquier momento modificable a su interés y necesidades de control-  asegura el futuro, anular al individuo para dejar la verdad a los ojos del Gran hermano, establecer un neolenguaje que impide  la construcción de  un pensamiento divergente, sólo queda buscar una estabilidad intrafronteras.

Tres  superestados planetarios (Oceanía, Eurasia y Asia Oriental) con fronteras de dudosas definición y que no importan, porque en estas guerras no hay interés de ningún Estado por vencer, tampoco  pretende la destrucción de vidas humanas, sino buscan destruir el material y la sobranza, a través de una guerra permanente, que evite una paz prolongada que sólo  devolvería  a la sociedad  su capacidad de pensar y recuperar la individualidad, además la guerra crea la atmósfera mental precisa para mantener una sociedad jerarquizada y la vía de achacar al enemigo los males internos.

Establecido todos los controles para mantener una sociedad  permanentemente vigilada, donde la individualidad es inadmisible y los disidentes son severamente castigados y antes de ser llevados a la muerte, son sometidos a un lavado mental, en el que  el disidente acaba amando al Gran Hermano y conforme con ser ejecutado, con está programada muerte también se destruye cualquier posibilidad de crear mártires que sean convertidos en refentes  que alteren la estructura de este totalitarismo salvaje.

Al fin y al cabo una entelequia, pero que deja un ligero poso, que nos lleva a la reflexión sobre las posibilidades reales de control y al esfuerzo que se tiene que hacer para llegar a discernir la realidad de lo que muchas veces de otra manera se nos quiere presentar.

Cuídate del ojo del Gran Hermano y para ello adéntrate en este libro de George Orwell.

jueves, 28 de noviembre de 2013

El Maestro del Prado

 Con un cierto sabor agridulce, donde un cúmulo de datos, que entrelaza pintores, reyes o poderosos con el submundo de fronteras para poder traspasar de un lado al otro, sin olvidar las predicciones escondidas entre lienzos que pasan  desde Rafael Sanzio a Leonardo Da Vinci o El Bosco, entre otros. Muchos son los misterios que esconden las tablas expuestas en la gran pinacoteca del Museo de Prado.

“El buen maestro llega sólo cuando el alumno está preparado”, es en ese momento cuando se comienzan a destapar los secretos del Prado, y comenzamos a descubrir junto con Javier Sierra un museo predictivo.

La fascinación de ver las pinturas desde una perspectiva escudriñadora, no ha evitado  momentos, casi angustiosos, que me sacaban de la lectura. Los datos y más datos que el misterioso maestro Fovel  maneja me pierden y no me hacen sentirme cómodo, otras me agarran al misterio descriptivo de los signos que se muestran en cada lienzo y siento la necesidad de observar, meterme  y escudriñar los cuadros que inocentemente se exponen en las paredes del Museo del Prado.

Una novela que la siento en altibajos, donde poco a poco se va descubriendo al enigmático maestro y en el momento final, cuando esperas la pregunta directa para una respuesta directa, simplemente no aparece.

Mi consejo es que si decides entrar en esta extraña aventura, coge lápiz y papel y comienza a enlazar con un diagrama relacional a los dos Jesús, la lanza de Longinos, el jardín de las delicias, los rosacruces, el Santo Grial valenciano, los hermanos del espíritu libre, El Greco, el triunfo de la muerte, la perla, la sagrada familia …
Aquí dejo un fragmento de El maestro del Prado (Javier Sierra):

El sueño de Felipe II. El Greco (ca. 1577).
 Monasterio de El Escorial, Madrid
“—Es cierto —asintió—. Para mí el cuadro del que te quiero hablar es, en primer lugar, la prueba de algo mucho más profundo. Algo sin lo cual la comprensión de estas obras que nos rodean sería incompleta y equívoca. El dato que pone en evidencia que Doménikos Theotokópoulos, ese al que en la corte de Felipe II llamaban «el griego», fue un miembro destacado de la confraternidad apocalíptica de la Familia Charitatis. Otro artista para el que las pinturas no eran sino depósitos de un credo revolucionario que profetizaba la llegada de una humanidad nueva y, sobre todo, una vía directa de comunicación con lo invisible. El Greco, no lo olvides, fue místico antes que pintor.

—Pero ¿qué obra es ésa? —pregunto con la curiosidad desatada por semejante revelación.

—En El Escorial todos la llaman El sueño de Felipe II. A diferencia de los Boscos, todavía está en el lugar que le asignó el Rey Prudente. Pero no la juzgues por ese nombre. Ya hemos hablado de lo que pasa con los títulos de los cuadros: ¡casi ninguno fue puesto por su creador!”

miércoles, 30 de octubre de 2013

El tiempo entre costuras

Tendría que retroceder años y años para recordar el seguimiento de una serie televisiva, por mencionar algunas: El virginiano, bonanza, el santo, el granjero último modelo,… acercándome un poco más diría la barraca o cañas y barros. Esto parece ser extraño, pero hace mucho, mucho tiempo que deje de engancharme a una serie, quizás una que me cautivo unos cuantos capítulos fue cuéntame cómo paso, incluso recuerdo comprar un cd de su música.

Dos circunstancias han influido en que no llegue a conectar con  esto de las series televisivas (A pesar de su influyente marketing). Una ha sido las distintas variaciones de horarios para desarrollar mi trabajo, incluso mi inmersión en hacer algo más, la otra ha sido esto de amplitud de canales y su manejo de publicidad, haciendo interminables y alargando hasta horas no acta para madrugadores. Esto que digo, ha tenido una consecuencia, creo, que altamente positiva, que es que me he ido sumergiendo de manera “trontona” en el apasionante mundo de los libros. No devoro horas y horas de lecturas, porque no las dispongo pero, cada día un mínimo hueco tengo, y en las mayoría de los casos me sirve de excusa para estar a la hora adecuada metido en el “sobre” `perdiéndome en el bosque de las palabras.

Procuro leer libros de novela histórica, me inclino por aquellos espartanos, romanos, algo del medievo, que siempre intercalo con libros más de moda (las sombras de Grey), sin dejar de lado aquellos que están relacionado con el correr: Nacidos para correr, patrullando con Filípides, ¿dónde está el límite?, el ejercito iluminado, el corredor nocturno, la pasión de correr, etc.

Este verano y de manera seguida he leído una trilogía, nunca lo he hecho seguido. Publio Cornelio Escipión de Santiago Posterguillo me engancho de lleno (Africanus, las legiones malditas y la traición de Roma), recomiendo su lectura de esta interesante trilogía-posterguillera. El caso es que aprovechando para desconectar me lance a leer El tiempo entre costuras. ¡Claro!, que conociéndome en mis lecturas, donde el sonido de las espadas o las maniobras guerreras de aquellos grandes generales y mejores estrategas de todos los tiempos: Escipión y Aníbal, pasar a leer El tiempo entre costuras de María Dueñas, mi mujer me vaticino – ande vas con eso, ¡que no te va a gustar-.

Reconozco que pensé que eso de hablar de puntadas, hilvanes o dobladillos casi que me iba a costar engancharme. Desde las primeras letras sentí un torbellino, creo que no había noche que no alargara un poco más de la cuenta la lectura, porque hablar de preguerra, desde el submundo de los que sólo lo sufrían, es hablar de gente anónima, gente que al sufrir el día a día se le  añade un mundo enmarañado por disputas que los fue abocando hacia su propia autodestrucción.  Entre medias de este panorama aparece Sira, que bien por eso del santoral le pudo caer Gaudenia o Sabiniana.

Sira aparece, donde le corresponde, un barrio cualquiera, donde “un ambiente de ropa tendida, olor a lejía, voces de vecinas y gatos al sol”.

Aquella época donde, los sin posibles, una vez aprendidas las cuatro reglas comenzabas de aprendiza. Inicio de puntadas, bajos, esperar el amor, los hijo y que todo siga. Sin embargo serán las decisiones las que inexorablemente le vayan marcando su destino. “Atrás deje para siempre mi barrio, mi gente, mi pequeño mundo”.

A partir de dejar aparcada aquella Olivetti, comienza una trepidante secuencia de capítulos que le llevarán a Tánger, Tetuán, Madrid, Lisboa. Saltando de rica a pobre, de una esperanzadora vida de futuro a tener que hacer “el esfuerzo inmenso que a diario aún tenía que hacer para superar poco a poco mi tristeza”.

El tiempo entre costuras, su protagonista es una mujer, desde ahí que tenga unas connotaciones de lucha desde la inferioridad y desde la dificultad, surgiendo esa estirpe de mujer valiente y luchadora, con capacidad de abrirse paso en la vida a pesar de las dificultades. Conseguir la máscara que esconde los sufrimientos, es lo que hace aparecer una Sira capaz de “ofrecerles lo que quieren: ostentación, lujo, frivolidad absoluta, como si el mundo fuera un salón de baile y no el sangriento campo de batalla en el que ellos mismo lo han convertido” y ella en ese escenario “tenía un cometido, un compromiso: un papel que sumir, una imagen que proyectar y una tarea de la que ocuparme”.

Parece ser, he oído algo de que se ha estrenado una serie, según ruidos con gran éxito y un Share de impresión, lo seguro es que la secuencia de imágenes irán dirigiendo al televidente donde el interés comercial lo tenga programado. Será fácil, no habrá que descubrirlo, irán ofreciéndolo en interesantes monodosis. Será sencillo, porque no habrá que escudriñar entre el inmenso bosque de las letras, para con ellas seguir fabricando  escenarios e hilantes historias que te sumergen en una fantasía de la realidad.


El  tiempo entre costuras  de María Dueñas nos acerca un poco más a la mujer de barrio, en un
escenario de revueltas y prebélico, pasando por una guerra civil y mundial, que se desenvuelve entre el mundo de la pobreza y el placer, los lujos y el exotismo africano, donde aparecen personajes como el cuñadísimo o el coronel Beigbeger. Mezcla de ficción y realidad hace que sea una novela que merece la pena perderse en sus 640 páginas, porque de ella quizás algún día veas un estreno de Casablanca. Mientras tanto dejo un retazo “Por primera vez en mucho tiempo, tal vez por primera vez en toda mi vida, me sentía orgullosa de mi misma. Orgullosa de mis capacidades y de mi resistencia, de haber superado airosamente las expectativas que sobre mí existían. Orgullosa al saberme capaz de aportar un grano de arena para hacer de aquel mundo de locos un sitio mejor. Orgullosa de la mujer que había llegado a ser.”