jueves, 30 de enero de 2014

La historia de la crisis

La Alcazaba de Mérida
Acabo de adéntrame en Acazaba de Jesús Sánchez Adalid, novela histórica ubicada en el siglo IX (cuando la Reconquista). Mérida es una ciudad bajo el califato de Córdoba, donde cohabitan tres culturas (musulmana, judía y cristiana), me podría centrar en la cagada de una cigüeña sobre la cabeza del judío Abdías ben Maimun y como esta mierda es un augur que marca el destino de su hija Judit, pero hablare del cabreo de una población que esta asolada por la crisis económica y sus inmediatas consecuencias:

El valí de Mérida, después de la oración de la tarde de un viernes cualquier, se topo,  a las puertas de la mezquita Aljama, con una multitud encolerizada.

Griterío ensordecedor que se aquejaban de las malas cosechas, de las abundantes lluvias que inundan los campos y hacen los caminos intransitables y para mayor infortunio la pedida de sus ganados; pero todo ello era asumido, porque ¡El Omnipotente así lo ha dispuesto¡, no así los impuestos que crecían y crecían para enriquecer a los poderosos mientras  sus familias, sus hijos, no tenían nada que echarse a la boca.

Ante este panorama de crisis económica, se formo una turba rabiosa que  sólo quería manifestar su desazón con  gritos, lanzamiento de tierra, piedras y escupitajos ante el valí y su cortejo por  unos impuestos leoninos. Entre los vociferados gritos de la turba-masa resaltaban frases tales como -¡Allah os pedirá cuentas! ¡Ladrones! ¡Justicia! ¡No pagaremos ni un dinar!-, -¡Perros! ¡A Córdoba! ¡Marchaos a Córdoba  con vuestros amos! ¡Fuera! ¡Fuera!...

El tumulto se traslado de manera encolerizada por los barrios de la ciudad.

Ante estos hechos y el temor de que todo ello se transformara en una rebelión, el valí (máxima autoridad de Mérida) convoca a los notables de la ciudad en Consejo, reuniendo a ricos mercaderes, notarios, alfaquíes, maestros de la Madraza y autoridades dimmíes de los infieles (cristianos y judíos).

Y esto acontece en el Consejo:

“Animado por tan favorable reacción ante su discurso, Sulaymán propuso: -Los hombres que agraviaron a nuestro valí y a su Consejo el viernes frente a la mezquita Aljama deben ser castigados. Ya que, como hemos dicho, la obligación que tiene el creyente de pedir justicia y hallar verdad no justifica la rebelión. ¡Caiga, pues sobre ellos la fuerza de  nuestra ley! –

¡Muy bien! ¡Asís sea!- asentían los presentes-. ¡Sean castigados! ¡Eso es justo!.

-¡Sí!- prosiguió el cadí haciéndose oír entre el murmullo-. Pero tampoco debe olvidarse que, en nuestra obligación de hallar la verdad y la justicia en el gobierno de la ciudad, ha de ponerse de manifiesto lo que hoy nos ocurre…. –Alzó el dedo con autoridad-. Y a nadie se le oculta que sufrimos duros impuestos, en estos tiempos malos. ¡Debemos hallar la manera de lograr justicia verdadera!.

Se hizo un gran silencio de momento. Después algunas voces sueltas exclamaron: -¡Muy bien hablado! ¡Vela por la ciudad, valí Mahmud! ¡Valí, justicia! ¡Justicia y misericordia en nombre de Allah!.

Concluido el discurso del cadí, debía intervenir el valí Mahmud, que ya se había puesto  en pie para dictar sentencia. Con voz decidida y grave, anuncio: - Los hombre que profirieron insultos, escupieron y lanzaron piedras sufrirán mañana el castigo que manda la ley: se les cercenará la mano derecha a cada uno y la lengua hasta la mitad del paladar. ¡Cúmplase!.

Hizo un silencio y luego añadió: -En lo que a los impuestos se refiera, antes de aportar ninguna solución, debemos saber si hay unidad entre todos los representado aquí convocados-.”( de Jesús Sánchez Adalid en su libro Alcazaba)

Bueno hasta aquí he leído y que cada uno reflexiones y saque conclusiones. Yo sigo a mi trontón hasta el final porque esto entretiene y enseña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario