sábado, 25 de enero de 2014

La Carrera de un 18 de enero en Sierra Nevada


El día está transcurriendo bajo una copiosa nieve, se hace dificultoso el andar por las calles, y los quita-nieves no dejan de circular por las calles principales, donde dejan un sonoro carraspeo. Los comentarios,  entre estos reconvertidos laguneros en manchegos de altas nieves, es que esto mejorará.

Entre copos y copos de nieve vamos dejando que las agujas horarias nos vayan activando para la III Snow Running  Sierra Nevada.

Pose bajo la nieve
Todo está escrupulosamente preparado: Mochila donde se guarda unos orejones e higos, silbato de emergencia, unos guantes, manta térmica, dni, un frontal de repuesto y el móvil con plena carga y el número telefónico de la organización. La vestimenta esta amontonada, desde las zapatillas con  cadenas, calcetines de compresión, polainas, malla transpirable y de invierno, camiseta térmica, una segunda capa de invierno con un cortavientos impermeable y en lo más alto gorro de montaña, gorra impermeable, pasamontañas y un frontal, las manos van protegidas con guantes de montaña, sin dejar las gafas de ver.

Tras recoger el dorsal, la organización dice que aun no tiene decidido el recorrido, nosotros estamos convencidos de que habrá cambios. Con la bolsa del corredor en la mano un avezado corredor nos comenta que la temperatura arriba rondará los menos  diez grados, con una sensación térmica en torno a los menos veinte.

Pletóricos en optimismo, y tras conocer los cambios de recorrido y consejos técnicos nos lanzamos a la zona de salida. La nieve sigue cayendo con ganas, dejando un cierto paisaje abominable.

 Pasamos el control técnico, donde se comprueba que todo está dispuesto para afrontar la III Snow Running Sierra Nevada 2014.

Me encuentro en la zona de calentamiento donde intento dar unos trotes. La nieve forma una esponjosa capa, donde los clavos y zapatillas penetran dejando un amortiguado crujido, noto pesadez y una sensación de dificultad que simplemente me anuncia que no va a ser nada fácil.

 Bromeamos y entre jocosas sonrisas nos decimos –La que nos espera-

Salida III Snow Running Sierra Nevada
Con cierto retraso y tras un tres, dos, uno, ¡ya!,  se da la salida que se inicia en permanente ascensión. Son zancadas pesadas (al menos así las siento), mientras la nieve simplemente hace dibujos de juegos, algún atleta intenta lanzar alguna broma que sólo es respondida bajo un forzado gruñido. Todos, desde el primer metro, sabemos que necesitamos hasta el penúltimo aliento.

Ascendemos y ascendemos. La nieve en polvo forma una homogénea capa de unos veinticinco cm, obligando cada uno de los atletas intentar copiar las pisadas del que le antecede. Formamos una irregular fila con bailes de luces de luciérnagas, donde una cortina de espesa niebla y nieve esconde cualquier referencia. Seguimos subiendo. La respiración se torna jadeante y en sofoco, obligando a insuflar el aire para que entre en cualquier recóndito rincón del organismo.

La procesión de encorvados bailante zarandean los cuerpos, donde un juego de pies tratan de impulsar en sobre esfuerzo las piernas.

El tiempo arrecia en ventisca, dejando como única referencia el sonoro paso del que llevas delante. Oscuridad, silencio, jadeo,.. aparecen los primeros con veloz bajada, su visión en mi interior fabrica un -ya estas próximo en culminar el ascenso-. ¡Error!, se sigue ascendido en un cansino ritmo en el que por mi cabeza ronronea aquel sonido militar de instrucción: un, dos, un dos, ¡pasooo!.

Hace tiempo que he dejado de ver más allá de la espalda del que va delante de mí, sólo trato de mantener la distancia de poco más de un metro, tarareo  en mi interior un, dos, un, dos,… sigo y lucho.

Las gafas están envueltas en una espesa capa blanca. Comenzamos a bajar. Se abren las zancadas. La ventisca maltrata cada rincón de la piel visible. Ajusto capucha, gorro, guantes y cortavientos, amplio zancada y fuerzo el ritmo porque quiero mantener la referencia en los atletas que sigo y no persigo. Las gafas han quedado en mero adorno que apenas protegen de un agua-nieve-granizo ventisquero.

Si tiene que ser es, sino tiene que ser no es.

Me quedo o sigo. Es mi debate, son mis dudas.  La bajada me está dejando escasas referencias, el primer
paso por meta lo tengo al alcance.

Me guían hasta el avituallamiento. Sorbo un caldo “calentico”. Siguen la dudas, miro el ambiente, donde hay abrazo de los primeros llegados. Miro hacia arriba, donde la ventisca esconde la montaña. Preguntó; ¿por dónde sigue el recorrido?.

Tiene que ser, porque tengo fuerzas y está no va a ser la primera carrera que yo me retire. Guardo las gafas de ver al comprobar que no sólo las envuelve una gruesa capa blanca sin el suplemento correcto que en la altura se ha perdido. Está decidido: sigo hasta acabar, sólo tengo que no perder la referencia del que va delante de mí.

Ascender, respirar, encorvar el cuerpo, aguantar los “riñones”, seguir, un, dos, un, dos,… avanzar y seguir la oscura procesión de luciérnagas andantes que se pierden en un ascender sobre velos de niebla, viento y nieve.

Cada un hizo lo que pudo
Volvemos a bajar, mi zancada se vuelve insegura, dando algún traspiés que otro, sigo y pierdo referencias. Trato de seguir las balizas. Miro atrás nada, miro hacia delante nada, estoy sólo y con escasa vista.

Es sólo acabar, es sólo aguantar, es porque tiene que ser y esta no será la primera carrera en la que yo me retire.

Cruzo la meta. Los dedos de ambas manos me duelen. Miro hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia delante, ando,… una voz llega a mi, y con fuerza me dice: “… pero tú que pretendes con hacer esto, ¡ estáis locos! ¡estáis locos! “.

Gran carrera la que realizaron Bienve y Miguel, no por ello sin sufrir, y sino que se lo pregunten.

Nota: Agradecer la ayuda que me aportó el dorsal 198, del Grupo Montaña Pegaso, Fernando Camacho Peñin, que en la bajada final me acompaño hasta la meta, amortiguando considerablemente la dificultad que me causo la perdida de los lentes correctores, y relato lo que  me dijo “el crono que haga no importa, lo que es seguro es que esta carrera la vamos terminar” y, por supuesto, dedicarle el vídeo a María de los Ángeles, que a mi llegada a meta, me recibió en fuerte tono de cabreo, diciendo: “… pero tú que pretendes con hacer esto, ¡estáis locos! ¡estáis locos!” , y es que ella si que lo paso mal.

3 comentarios:

  1. Maria de los Angeles deberia quitarse la zapatilla y atizarte.
    Tu crees que esta bonito subir a la montaña con ese tiempecito
    Federico

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