El día está transcurriendo bajo
una copiosa nieve, se hace dificultoso el andar por las calles, y los quita-nieves
no dejan de circular por las calles principales, donde dejan un sonoro
carraspeo. Los comentarios, entre estos
reconvertidos laguneros en manchegos de altas nieves, es que esto mejorará.
Entre copos y copos de nieve
vamos dejando que las agujas horarias nos vayan activando para la III Snow
Running Sierra Nevada.
![]() |
Pose bajo la nieve |
Tras recoger el dorsal, la
organización dice que aun no tiene decidido el recorrido, nosotros estamos
convencidos de que habrá cambios. Con la bolsa del corredor en la mano un
avezado corredor nos comenta que la temperatura arriba rondará los menos diez grados, con una sensación térmica en
torno a los menos veinte.
Pletóricos en optimismo, y tras
conocer los cambios de recorrido y consejos técnicos nos lanzamos a la zona de
salida. La nieve sigue cayendo con ganas, dejando un cierto paisaje abominable.
Pasamos el control técnico, donde se comprueba
que todo está dispuesto para afrontar la III Snow Running Sierra Nevada 2014.
Me encuentro en la zona de
calentamiento donde intento dar unos trotes. La nieve forma una esponjosa capa,
donde los clavos y zapatillas penetran dejando un amortiguado crujido, noto
pesadez y una sensación de dificultad que simplemente me anuncia que no va a
ser nada fácil.
Bromeamos y entre jocosas sonrisas nos decimos
–La que nos espera-
![]() |
Salida III Snow Running Sierra Nevada |
Ascendemos y ascendemos. La nieve
en polvo forma una homogénea capa de unos veinticinco cm, obligando cada uno de
los atletas intentar copiar las pisadas del que le antecede. Formamos una
irregular fila con bailes de luces de luciérnagas, donde una cortina de espesa
niebla y nieve esconde cualquier referencia. Seguimos subiendo. La respiración
se torna jadeante y en sofoco, obligando a insuflar el aire para que entre en
cualquier recóndito rincón del organismo.
La procesión de encorvados bailante zarandean los cuerpos, donde un juego de pies tratan de impulsar en sobre esfuerzo las piernas.
La procesión de encorvados bailante zarandean los cuerpos, donde un juego de pies tratan de impulsar en sobre esfuerzo las piernas.
El tiempo arrecia en ventisca,
dejando como única referencia el sonoro paso del que llevas delante. Oscuridad,
silencio, jadeo,.. aparecen los primeros con veloz bajada, su visión en mi
interior fabrica un -ya estas próximo en culminar el ascenso-. ¡Error!, se
sigue ascendido en un cansino ritmo en el que por mi cabeza ronronea aquel sonido militar de instrucción: un, dos, un dos, ¡pasooo!.
Hace tiempo que he dejado de ver
más allá de la espalda del que va delante de mí, sólo trato de mantener la
distancia de poco más de un metro, tarareo
en mi interior un, dos, un, dos,… sigo y lucho.
Las gafas están envueltas en una
espesa capa blanca. Comenzamos a bajar. Se abren las zancadas. La ventisca
maltrata cada rincón de la piel visible. Ajusto capucha, gorro, guantes y
cortavientos, amplio zancada y fuerzo el ritmo porque quiero mantener la
referencia en los atletas que sigo y no persigo. Las gafas han quedado en mero
adorno que apenas protegen de un agua-nieve-granizo ventisquero.
Si tiene que ser es, sino tiene
que ser no es.
Me quedo o sigo. Es mi debate,
son mis dudas. La bajada me está dejando
escasas referencias, el primer
paso por meta lo tengo al alcance.
paso por meta lo tengo al alcance.
Me guían hasta el
avituallamiento. Sorbo un caldo “calentico”. Siguen la dudas, miro el ambiente,
donde hay abrazo de los primeros llegados. Miro hacia arriba, donde la ventisca
esconde la montaña. Preguntó; ¿por dónde sigue el recorrido?.
Tiene que ser, porque tengo
fuerzas y está no va a ser la primera carrera que yo me retire. Guardo las gafas de ver
al comprobar que no sólo las envuelve una gruesa capa blanca sin el
suplemento correcto que en la altura se ha perdido. Está decidido: sigo hasta acabar, sólo tengo que
no perder la referencia del que va delante de mí.
Ascender, respirar, encorvar el
cuerpo, aguantar los “riñones”, seguir, un, dos, un, dos,… avanzar y seguir la oscura procesión de luciérnagas andantes que se pierden en un ascender sobre
velos de niebla, viento y nieve.
![]() |
Cada un hizo lo que pudo |
Es sólo acabar, es sólo aguantar,
es porque tiene que ser y esta no será la primera carrera en la que yo me
retire.
Cruzo la meta. Los dedos de ambas
manos me duelen. Miro hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia delante,
ando,… una voz llega a mi, y con fuerza me dice: “… pero tú que pretendes con
hacer esto, ¡ estáis locos! ¡estáis locos! “.
Gran carrera la que realizaron
Bienve y Miguel, no por ello sin sufrir, y sino que se lo pregunten.
Nota: Agradecer la ayuda que me
aportó el dorsal 198, del Grupo Montaña Pegaso, Fernando Camacho Peñin, que en
la bajada final me acompaño hasta la meta, amortiguando considerablemente la
dificultad que me causo la perdida de los lentes correctores, y relato lo
que me dijo “el crono que haga no
importa, lo que es seguro es que esta carrera la vamos terminar” y, por
supuesto, dedicarle el vídeo a María de los Ángeles, que a mi llegada a meta,
me recibió en fuerte tono de cabreo, diciendo: “… pero tú que pretendes con
hacer esto, ¡estáis locos! ¡estáis locos!” , y es que ella si que lo paso mal.
Maria de los Angeles deberia quitarse la zapatilla y atizarte.
ResponderEliminarTu crees que esta bonito subir a la montaña con ese tiempecito
Federico
No, si frìo no tuve
ResponderEliminarNo, si frìo no tuve
ResponderEliminar