lunes, 11 de mayo de 2015

Salió otro caballo, bermejo

Por un casual y no hace mucho hallábame en la sala de urgencia de un hospital en la gran ciudad. Ese tipo de sala de mezclas, donde los olores de dentro y de fuera llenan la atmosfera, entre el adormecido cloroformo y la esperanza del alcanfor. En ese ambiente de miradas disimuladas espiantes, resuena unas voces silenciosas -… guerra civil…., …ocurrió de todo…, … Franco…, ... aquellos tiempos…, …la División Azul…-. Hablaba de forma cansada y de marcada entonación, debido a su muy avanzada edad. Quise enlazar, para querer saber, pero… simplemente mire a la pared y cerré los oídos porque el olor me sabía a naftalina.

Viernes Santo, mientras estoy esperando la tradicional Procesión de Semana Santa en mi pueblo, miro a mi izquierda y veo a Constancio. Es el momento de cruzar unas palabras con él, sus gestos, sus expresiones refuerzan las palabras. Habla con orgullo de su libro, pero también hace un esfuerzo, el mismo que refleja en su libro, para remarcan que no habla de la guerra civil, que lo que quiere remarcar es el dolor de esa guerra y sus consecuencias reflejado en la vivencia de  unos cheleros.

El sonido de tambores y trompetas dejaban pasar los Pasos, mientras le interrogaba sobre cómo se le ocurrió, dónde obtuvo documentación y sobre todo le manifestaba la angustia que cada noche, al dejar el libro en la mesita,  me reconcomía ante el sufrimiento que somos capaces de producir el ser humano a otro ser humano, pero que en este caso lo sentía como algo cercano, porque se trataba de unos paisanos de nuestro pueblo.

 Mientras  me describía la documentación a la que ha tenido acceso y el enfoque del libro, el sonido de tambores y trompetas dejaban pasar los pasos.

El Santo Sepulcro pasa ante nuestros ojos. Jesúcristo muerto y expuesto en un féretro de cristal donde su imagen reposa en posición decúbito supino, donde la cabeza va situada en la parte de delante del féretro. Ante el Dios muerto, mostramos silencio y respeto, porque pasa un Dios hecho hombre para ser escarnio, torturado y muerto por el hombre.

“Salió otro caballo, bermejo”, es un libro que trata de la guerra civil española, sin entrar en la guerra civil española. Un libro que no se centra ni en los vencedores ni en los vencidos, es un libro que muestra el sufrimiento que el ser humano es capaz de infringir a otro ser humano, pero la diferencia de este libro es que cuando lo cierro cada noche, en mi mente permanece la imagen de un paisano degradado a ser inmundo, esclavizado y expuesto a las situaciones más extremas, que lo deja en  límite de dejarse morir o quitarse la vida. El saber que es un vecino estruja, si cabe, aun más el corazón.

El libro habla de la guerra civil como medio que marco el sufrimiento de personas normales, paisanos de un convivir diario que un día se enfrentaron y sus consecuencias han sido arrastradas a generaciones, y que por desgracia hoy persiste en nuestra sociedad.

La primera parte del libro se centra en Romo, paisano chelero, alistado en el bando perdedor, donde su verdadero infierno en la tierra comienza con su  ingreso en el campo de concentración de Mauthausen.

La segunda parte es de los vencedores, donde el chelero Aparicio se alista en la División Azul, para ir a una guerra donde “no pintamos na”.

Una y otra consecuencia arrastra a él y sus familias, perdurando durante generaciones y todo por una sin sentido explosión de odio entre vecinos y conocidos.

Constancio Chacón Velasco, sin posicionarse entre vencidos o vencedores, al escribir el libro trata de llevarnos a la reflexión, a través del sufrimiento de unos paisanos cheleros,  de que no merece la pena  ser tan tozudo e irreflexivo para generar dolor y sufrimiento al otro, porque ese otro se convierte en sí mismo y marca a generaciones que están obligadas a un convivir diario.

Animo a leer “Salió otro caballo, bermejo” de Constancio porque rompe barreras de los unos y los otros, a través del sufrimiento de todos, y entre medias encontrarás tintes costumbristas del cotidiano chelero.

Hubo una época que estaban obligados a odiarse, hubo una etapa que fueron obligados a recordar, hoy estamos obligados a saber para entendernos.

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