sábado, 28 de diciembre de 2013

La he visto


Mi marcha se vio detenida de súbito. Su mirada, como salida de los ojos, penetraba mi cuerpo. Su cabeza con movimientos bruscos e inquietantes se hacía sentir a poco menos de unos centímetros. El vaho teñía mi cara en una espesa niebla, que sólo dejaba sentir un sonido bronco y tenebroso. No logre descifrar letra, ni palabra o frase que me desbloqueará. Me encontré atenazado, imposible articular palabra ante aquella presencia fantasmabólica. De cabellos negros tétricos, acabados en un alto moño espeluznante, donde un camisón en blanco vuelo dejaba traspasar una brisa helante. Aquella macabra situación, que erizaba mis pelos, congelaba mi piel e inmovilizaba mi cuerpo no me dejaba ver. Era el fin de los fines.

Una voz metálica chirría –Ofertas del día, si se lleva un kilo de chirimoyas le regalamos una latilla de berberechos-. La voz chirriante me deja abrir los ojos y, por fin, después de pasar  la cuarta o quinta vez por la línea de detergentes la logro ver al fondo, donde esta dudando de echar el detergente en polvo o el líquido concentrado.

28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Bien temprano los vecinos, en aquellos tiempos, agudizaban el ingenio para de manera “inocente” dar la primera inocentada. Hoy seguimos la tradición, rememorando aquel episodio bíblico con ingenuas inocentadas, en las que hasta los medios de comunicación nos intentan colar su inocentada, que en muchos casos son un bello malabarismo de ingenuidad hecho noticia.

Desde esta inocencia, se les pide que a lo largo del año utilicen el rigor informativo, incluso su contrastación, ante aquellas noticias que surgidas de la inocencia de las gentes y su buen hacer, el hecho quede convertido en una  burda noticia, para hazmerreir de” panfleto” que lo publica y sin dejar de ensalzar la importancia del saber hacer y el actuar de las personas que se encuentran con estos dramas sociales, por otro lado muy habituales hoy en nuestros días.

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