Cayó en mis manos, fruto de
un correo electrónico, una entrevista realizada en mayo del 2.000 (suplemento
dominical La Mirada) a Don Alfredo Pérez Rubalcaba. En la revista aparecía una foto
antigua suya, con indumentaria atlética. Cuando vi el CE me llamo la atención sobretodo la fotografía,
porque ahí, al menos yo, veía a un
atleta en su esencia.
Me ha culpo de
despreocuparme de la vida y milagros de la vida personal de aquellos que por un
motivo u otro andan en los medios de comunicación, pero eso no deja que uno, en
momentos determinados, pueda formarse su propia opinión y en este caso, creo que la
fotografía de un joven atleta dice mucho de lo que ha sido y es un personaje
público durante una larga vida política en nuestra España.
Insisto ver esa fotografía,
es ver una indumentaria de atleta de la época, piernas y brazos en plena
sintonía de esfuerzo guiados por una cabeza erguida, y que, aunque con excesivo
granulo que evita la nitidez, muestra claramente una intensa concentración para
aprovechar en el menor tiempo el máximo esfuerzo, de ahí que, de los universitario de su época llegara a ser
el mejor, si bien su paso a la competición de nivel nacional se vio truncada.
Ser atleta en velocidad,
requiere unas peculiaridades muy especificas, donde también se hace necesario conocer
muy bien sus debilidades y, sobre todo, aplicar las técnicas adecuadas para
aprovechar el mejor de los potenciales de uno mismo en el momento más adecuado,
para dar lo mejor de sí mismo y estar entre los mejores.
Ser atleta en velocidad es
tener un recorrido deportivo corto, pero el poso que te puede dejar la
experiencia de saber lo importante que es conocerse y dar lo máximo de uno
mismo en un momento y un instante, puede convertir a la persona en integra y
con ello se adquiere una seguridad sobre sí mismo para conseguir los objetivos
sin trampa ni cartón.
La imagen del joven atleta
Alfredo me transmite unos valores y una forma de ser que creo que han marcado
toda una vida y sus decisiones: Defender su ideología, pero no por encima de
los intereses generales, ser el mejor y saber ser un perfecto gregario y, no es
menos importante, el decidir
sacrificarse y dar la cara en los momentos que pocos lo saben o se atreven
hacer.
Don Alfredo Pérez Rubalcaba,
en una época en el que decir político es ser demonizado (muchos motivos y razones
objetivas y claras las hay), también es
cierto que si solo la mitad de los que le han antecedido o todavía andan
“pululando” hubieran sido o fuesen la mitad de buen deportista que ud. ha sido,
en España “otro gallo nos cantaría”.
Sr. Rubalcaba, ¡Muchas
gracias!