Por un casual y no hace mucho
hallábame en la sala de urgencia de un hospital en la gran ciudad. Ese tipo de
sala de mezclas, donde los olores de dentro y de fuera llenan la atmosfera, entre
el adormecido cloroformo y la esperanza del alcanfor. En ese ambiente de
miradas disimuladas espiantes, resuena unas voces silenciosas -… guerra
civil…., …ocurrió de todo…, … Franco…, ... aquellos tiempos…, …la División
Azul…-. Hablaba de forma cansada y de marcada entonación, debido a su muy
avanzada edad. Quise enlazar, para querer saber, pero… simplemente mire a la
pared y cerré los oídos porque el olor me sabía a naftalina.
Viernes Santo, mientras estoy
esperando la tradicional Procesión de Semana Santa en mi pueblo, miro a mi
izquierda y veo a Constancio. Es el momento de cruzar unas palabras con él, sus
gestos, sus expresiones refuerzan las palabras. Habla con orgullo de su libro,
pero también hace un esfuerzo, el mismo que refleja en su libro, para remarcan
que no habla de la guerra civil, que lo que quiere remarcar es el dolor de esa
guerra y sus consecuencias reflejado en la vivencia de unos cheleros.
El sonido de tambores y trompetas
dejaban pasar los Pasos, mientras le interrogaba sobre cómo se le ocurrió,
dónde obtuvo documentación y sobre todo le manifestaba la angustia que cada
noche, al dejar el libro en la mesita,
me reconcomía ante el sufrimiento que somos capaces de producir el ser
humano a otro ser humano, pero que en este caso lo sentía como algo cercano, porque
se trataba de unos paisanos de nuestro pueblo.
Mientras
me describía la documentación a la que ha tenido acceso y el enfoque del
libro, el sonido de tambores y trompetas dejaban pasar los pasos.
El Santo Sepulcro pasa ante nuestros
ojos. Jesúcristo muerto y expuesto en un féretro de cristal donde su imagen
reposa en posición decúbito supino, donde la cabeza va situada en la parte de
delante del féretro. Ante el Dios muerto, mostramos silencio y respeto, porque
pasa un Dios hecho hombre para ser escarnio, torturado y muerto por el hombre.
“Salió otro caballo, bermejo”, es
un libro que trata de la guerra civil española, sin entrar en la guerra civil
española. Un libro que no se centra ni en los vencedores ni en los vencidos, es
un libro que muestra el sufrimiento que el ser humano es capaz de infringir a
otro ser humano, pero la diferencia de este libro es que cuando lo cierro cada
noche, en mi mente permanece la imagen de un paisano degradado a ser inmundo,
esclavizado y expuesto a las situaciones más extremas, que lo deja en límite de dejarse morir o quitarse la vida.
El saber que es un vecino estruja, si cabe, aun más el corazón.
El libro habla de la guerra civil
como medio que marco el sufrimiento de personas normales, paisanos de un
convivir diario que un día se enfrentaron y sus consecuencias han sido
arrastradas a generaciones, y que por desgracia hoy persiste en nuestra
sociedad.
La primera parte del libro se
centra en Romo, paisano chelero, alistado en el bando perdedor, donde su
verdadero infierno en la tierra comienza con su
ingreso en el campo de concentración de Mauthausen.
La segunda parte es de los
vencedores, donde el chelero Aparicio se alista en la División Azul, para ir a
una guerra donde “no pintamos na”.
Una y otra consecuencia arrastra a él y sus familias, perdurando durante generaciones y todo por una sin sentido explosión
de odio entre vecinos y conocidos.
Constancio Chacón Velasco, sin
posicionarse entre vencidos o vencedores, al escribir el libro trata de
llevarnos a la reflexión, a través del sufrimiento de unos paisanos cheleros, de que no merece la pena ser tan tozudo e irreflexivo para generar
dolor y sufrimiento al otro, porque ese otro se convierte en sí mismo y marca a
generaciones que están obligadas a un convivir diario.
Animo a leer “Salió otro caballo, bermejo”
de Constancio porque rompe barreras de los unos y los otros, a través del
sufrimiento de todos, y entre medias encontrarás tintes costumbristas del
cotidiano chelero.
Hubo una época que estaban
obligados a odiarse, hubo una etapa que fueron obligados a recordar, hoy
estamos obligados a saber para entendernos.