Esto del correr no deja a uno de sorprender,
por ello estos días algo inquieto andaba, porque, eso de correr un kilómetro
vertical me sonaba un tanto extraño, mi inquietud ante esta prueba, para mi
desconocida, me sembraba un mar de dudas: ¿Qué sensaciones tienes en carrera?,
¿Cómo se corre o no se corre?, Los que van a estas pruebas son hipermáquinas y
yo ¿Qué?, ¿Reventaré?,… muchas dudas ante una prueba desconocida.
El puerto de Navacerrada fue el lugar de
expulsar los últimos nervios de intranquilidad, allí Mónica, Bienve y un yo
apuramos el tiempo, y como bien dicen, vayas donde vayas allí te encontrarás
algún chelero. Dicho y hecho descubrimos a José Luis, apurando los últimos
entrenos estratégicos en altura y en kilómetros “negros” para luchar en nuestra
tradicional lagunera.
Un centenar de atletas escaladores nos dábamos
cita en el punto de reunión, donde la mañana se presentaba con buena pinta en
cuanto a temperatura, tanto en su bajura (punto de reunión) como en su altura
(línea de meta).
Una vez dados los primeros consejos por parte
de la organización, iniciamos una salida neutralizada. El ritmo era el justo
para mantener apelotonados a todos los participantes. La distancia a cubrir era
aproximadamente de 3.500 metros hasta llegar a la cota de 1420 metros.
Pasada el control y todos agrupados, tras un
“Vamos”, se inicia un “cuasisprint” que destella una polvareda cuan ejercito
entra en combate. Esto de kilometro vertical, no es un kilometro, es la
distancia, que en este caso, se traza de la manera más recta posible hasta
llegar a la cumbre . La distancia desde la salida cronometrada cota 1.420
metros hasta el pico Peñalara (2.428 metros) viene a ser aproximadamente de
unos 4 km.
Puedo asegurar que uno corre cuanto puede,
tanto en distancia como en velocidad, pero cuando llegas a pendientes de 50 %,
te faltan manos y piernas para asirte e impulsarte en las moles de granito, y
aun así parece que los metros no avanzan y la altura se va haciendo
inalcanzable.
Cuantas veces me repetía – no mires hacia
arriba, ¡sigue!-, porque mirar
hacia arriba era mirar a lo inalcanzable, era
sentir que el corazón bombeaba fuera de mi cuerpo y era respirar a borbotones
de sangre . Clavas la vista en el entramado de piedras y roca, buscas
rápidamente el siguiente apoyo, jadeas, tomas aire, sigues, respiras, te
agarras con uñas y dientes, te preguntas ¿Qué hago aquí?, ¿Seré capaz de llegar
arriba?. No buscas referencias más allá de la siguiente piedra o del siguiente
apoyo, si el de delante traza el camino, rápidamente lo valoras y sigues o
simplemente corriges. Ahorrar un centímetro es tener un suspiro de fuerza para
el siguiente paso.
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Vertical de rocas graníticas (III Vertical Peñalara 2014) |
Cuando estás en plena subida, donde el camino
vertical trazado es una sinfonía de rocas y piedras, estas en el punto de fijar
cada espacio, concentrar cada músculo y decidir cada paso sin margen de error
para que cada pierna tense sus músculos, fusionando roca y músculos en uno,
porque es la única forma de seguir y luchar por conquistar la cota de los 2.428
metros.