Cruzar el bosque de Valsain puede
ser el cambio inesperado de la ruta marcada, pues es cierto que el boque no te
deja ver la montaña. Así de esta manera, Mónica, Bienve y yo, después chapotear
entre una esponjosa pradera, enfilamos en vertical hacía los Claveles.
Ascensión dura, empinada y constante que mostraba sobre nuestros pasos un anárquico
pedregal.
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En las alturas el paso de los Claveles. |
Piedra sobre piedra de granito
sobre granito, está es la conformación del Risco de los Claveles, una fina
línea de pedruscos en disposición caprichosa abren un estrecho vértice de paso,
dejando al sur un amplio juego de lagunas, montañas y valles que se abren hacia
Madrid, extendiendo en su parte norte una inmensidad de llanuras segovianas.
Un descuido o un justo error desviatorio
nos deja con el `pie equilibrante para, esta vez de manera firme y tranquila,
abrirnos su amplio ventanal que nos regala unos magníficos momentos de
recreación: Son vistas espectaculares, amplias, infinitas y gozosas que nos hacen
brotar sosegadas risas y admiradas expresiones. Esta vez es disfrutar a
borbotones el difícil equilibrio del paso de los Claveles que nos lleva a
Peñalara.
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Lo Claveles, piedra sobre piedra de granito sobre granito. |
Esta vez no es esfuerzo, sólo es
ver y respirar la belleza del paso de los Claveles, que hoy
hace de aquel titánico esfuerzo el mejor de los espectáculos que de este lugar
se puede extraer.
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