miércoles, 13 de agosto de 2014

Los Claveles


Cruzar el bosque de Valsain puede ser el cambio inesperado de la ruta marcada, pues es cierto que el boque no te deja ver la montaña. Así de esta manera, Mónica, Bienve y yo, después chapotear entre una esponjosa pradera, enfilamos en vertical hacía los Claveles. Ascensión dura, empinada y constante que  mostraba sobre nuestros pasos un anárquico pedregal.

En las alturas el paso de los Claveles.
Si bien nos encontramos en los primeros de agosto, sus cimas se encuentran cubiertas por bailante neblina que en constantes pases nos va abriendo la mañana. Es la mañana perfecta para un vertical ascenso.

Piedra sobre piedra de granito sobre granito, está es la conformación del Risco de los Claveles, una fina línea de pedruscos en disposición caprichosa abren un estrecho vértice de paso, dejando al sur un amplio juego de lagunas, montañas y valles que se abren hacia Madrid, extendiendo en su parte norte una inmensidad de llanuras segovianas.

Un descuido o un justo error desviatorio nos deja con el `pie equilibrante para, esta vez de manera firme y tranquila, abrirnos su amplio ventanal que nos regala unos magníficos momentos de recreación: Son vistas espectaculares, amplias, infinitas y gozosas que nos hacen brotar sosegadas risas y admiradas expresiones. Esta vez es disfrutar a borbotones el difícil equilibrio del paso de los Claveles que nos lleva a Peñalara.

Lo Claveles, piedra sobre piedra de granito sobre granito.
Estamos cruzando por el km 40 sin ser ahora el km 40, porque ahora solo es espectáculo, antes fue lucha de difícil equilibrio donde la vista de una mente agotada fijaba cada paso para avanzar hacia el siguiente km. Fue duro y difícil aquel 28 de junio, donde los 62 KM de Peñalara se habían convertido en un extremo reto. La laguna de los Pájaros fue el ficticio oasis de paso, donde sus aguas brillantes de Sol invitaban a inundar los cansados pies, pero el reto era seguir y ascender agarrándote a las empinadas rocas para conquistas las aristas que marcan el paso de los Claveles. Es un lugar de caprichoso juego de piedras graníticas, donde cada paso es un equilibrio, convirtiendo aquel km 40 en pleno esfuerzo extremo físico para que cada pie mantuviera su paso y cada músculo su castigada firmeza, aquel km 40 era pleno esfuerzo extremo mental  para evadir la mente de tan dificultoso avance ante la inmensidad de la belleza.

Esta vez no es esfuerzo, sólo es ver y respirar la belleza del paso de los Claveles, que hoy hace de aquel titánico esfuerzo el mejor de los espectáculos que de este lugar se puede extraer.

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