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Estamos en el umbral de verano o a las puertas de las vacaciones, sea de una forma o de otra, las “calores
veraniegas” se hacen sentir en nuestro cuerpo, y si buscamos apaciguar el
cuerpo con refrescante baños, os propongo un refrescante libro para apaciguar
el sofoco del alma.
Tres personajes: Los de Troeye, él afamado compositor que
busca superar su propio existo del momento componiendo un tango como una
apuesta música y ella, mujer atractiva y de elegancia enmarcada y el tercer
personaje es Max, el bailarín mundano. Los tres serán el eje de un perfecto
“ménage à trois”.
El encuentro de Armando, Mecha y
Max en el “Cap Polonio” un transatlántico con destino a Argentina, donde Max el
bailarín mundano les adentrará en el ritual íntimo del tango. Este encuentro se
arrastrará a lo largo de toda la novela “revertiana”, los tres de una u otra
manera estarán presente, bajo una historia que se desarrolla en tres momentos
temporales distintos:
Anterior a la guerra civil
española, que nos lleva a los suburbios más recónditos de Buenos Aires, para llegar a las raíces del
“tango Viejo” nacido de los ambientes más populares y abigarrados. Armando de
Troeye busca el tango sin adornos ni refinamientos.
Estamos es el momento preciso de
mezclar la búsqueda de la esencia del tango y el consentido flirteo, mediante
la combinación de miradas, gestos y acercamientos en un ambiente en el que
milonguear “el tango era para arrimar la
chata abrazando a una mujer, o para farrear con los muchachos. Se los decía él,
que lo tocaba. El tango era, resumiendo, instinto, ritmo, improvisación letra
perdularia” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).
En los recónditos
suburbios de Buenos Aires, Max lleva a Armando a descubrir las calves del tango
profundo y el bailarín mundano en un juego de seducción consentida encuentra
los vicios ocultos de Mecha Inzunza “Le asombraría saber cuántas niñas sueñan
con vestirse de princesas, y cuantas mujeres adultas desean vestirse de putas.”
(Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja). La pluna “reverteriana”
nos acerca, trata y describe el sexo, cuando toca, de manera magistral “-
Gracias a él descubrí placeres que prolongaban el placer –añadió ella-. Que lo
hacían más espeso e intenso…Quizás más sucio.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango
de la Guardia Vieja), bajo mi opinión
Grey no le llega ni a la suela del zapato. Donde los juegos de pasión se ven
tocados de una narrativa exquisitamente descriptiva: “enloquecida como una loba
que devorase una presa con crueles dentelladas; mientras, aferrado a los barrotes
de la cama, él buscaba un punto de apoyo para controlarse al filo del abismo,
obligado a apretar los dientes y sofocar el aullido de angustia animal, viejo
como el mundo, que le brotaba de las entrañas.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango
de la Guardia Vieja).
Segundo espacio temporal, el
periodo entre-guerras, en plena macabra agonía de una doble España. Francia se
convierte en el encuentro casual entre Mecha y Max, donde un Armando de Troeye
sigue presente en el ambiente narrativo. Esta época donde el bailarín mundano
se ve envuelto en un ambiente de espías e intrigas de un mundo ajeno a sus
intereses “-en mi mundo- dijo –todo resulta maravillosamente simple: Soy los
que las propinas que dejo dicen que soy. Y si una identidad se estropea o
agota, al día siguiente tomo otra. Vivo del crédito ajeno, sin grandes rencores
ni grandes ilusiones.” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).
El tercer momento temporeo y provocado, donde
aquellas tiempos de “buscar un taxi de
madrugada oliendo a mujer o a noche perdida, sin que una cosa contradiga la
otra” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja) han pasado para un Max Costa que se ha desquitado de ambientes
aparentes, para ejercer de chofer de un afamado director de clínica dental.
Esta vez es Italia, el país del provocado encuentro por el bailarín mundano,
donde Mecha. ” –Por varias razones. Curiosidad, primero. Era fascinante reconocer
al Max de siempre: elegante, tramposo y amoral.” (Arturo Pérez-Reverte, el
Tango de la Guardia Vieja), se da fin de una entretenida y refrescante novela,
con gusto descriptivo, donde los personajes se sienten y sus intrigas te atan,
donde el final se produce entre los 64 escaque del tablero de ajedrez: “-
Claro. Esto es ajedrez. El arte de la mentira, del asesinato y de la guerra.” (Arturo
Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja).
Max Costa, el bailarín mundano,
atrapado entre el Joven Jorge Keller, genio del ajedrez y aspirante a campeón
del mundo, y Mecha Inzunza madre de este joven, donde el bailarín mundano “vivo
de mi sable y mi caballo” (Arturo Pérez-Reverte, el Tango de la Guardia Vieja),
pero esta vez bajo la mirada de unos ojos que parece reconocer.