¡Ansiaos!, unos más, otros menos,
por una causas o por otras o por ninguna, el caso es que nos juntamos doce para aprovechar la
benignidad que se anunciaba para el fin de semana.
Si en el estacionamiento de la
Barranca arreciaba un cierto viento soportable, la cumbre de la Maliciosa se
mostraba con un fondo imponente y despejado. Sólo era subir, pisar nieve y ver
vistas de altas cumbres.
Cramponeados, por fin todos,
comenzamos a tomar presto el collado,
mientras un despliegue táctico de nubes y nieblas bajas, nos "arrodean" por la
retaguardia, sigilosamente entran desde la Bola.

Es simple estratagema de añagaza, que busca aglutinar para lanzarse en gigantesca furia.
Con zarpazo certero toman las cumbres y rodean las alturas, tal argucia borra
las referencias generando dudas y temores, al mismo tiempo tentáculos
despavoridos de ventiscas azotan por doquier, tratan de diezmar al aturdido
ejercito invasor.
El crujido rompiente del
hielo-nieve rompe el murmullo silencioso.
Si entre dos puntos su línea recta es la
distancia más corta, ante esta tenaz batalla de nieblas en las cumbres la
dirección precisa es entrar en bajada.
¡Claro!, si Fran tira de gps y en
un respiro volvemos a contar: uno, dos, tres,…..y doce ¡Estamos todos!,
seguimos la línea que nos devuelve a nuestro destino.

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