jueves, 7 de noviembre de 2013

¡Cuidado!... veo fantasmas

Ganadora concurso fotografía Carrera Ávila Solidaria 2013
El atleta sea del nivel que sea, ande, corra o vuele, da igual; siempre da lo más de sí en una carrera. Es competitivo, porque las pruebas que participa, son competitivas; prueba de ello es que al final existe una clasificación, con más o menos categorías, pero todas reflejan desde el primero hasta el porras.

Lo que diferencia a todos y cada uno de los atletas que allí concurrimos es la actitud metal. Quizás, ahí está la diferencia, en el momento  de mirarse en el puesto de clasificaciones, porque cada clasificación con su tiempos tiene un valor subjetivo que es de ese y sólo ese que ha corrido y el puesto y el tiempo sólo a él le pertenece, ajeno a cualquier otro comentario.

Lo cierto es, que en la etapa de máximos, cuando uno va a más y quiere lo más, se vuelve un escrupuloso de los entrenos. El crono, el entreno y la exigencia son todo, porque está en el momento sublime. Este estadio del atleta, es el envidiable. Yo particularmente lo admiro y envidio. Es aquel momento, como me decía un buen colega, que me adentro en este mundo corredor, -la victoria sólo es victoria cuando vences a tu” enemigo”, cuando éste está en su mejor momento-.

Este estadio,  SUBLIME, es tan exigentes que puede ocurrir como aquel otro colega que hacía unos entrenos próxima a las mejores figuras, su tabla era de “acojone”, pero… cuando el día de la competición llegaba, siempre, mejor dicho, casi siempre la presión e incluso la fuerza que tenía le agotaba sin obtener el resultado previsto, aun así en la maratón de Madrid andaba por las 2,30 horas. No obstante todos los que por esos tiempos les rondaban o lo bajaban, tenían el mal del fantasma: Ando con una pequeña molestia en los aductores, el músculo tal o el pascual siento un pequeño tirón,… la noche, la cena, un sinfín de peros, de cuestiones y de impedimentos, que cualquier nobel en este ambiente lo único que podía llegar a pensar que en esta carrera de “lisiaos” me voy a estrenar con primus- podium.

Maratón Internacional Costa de Calviá 1989
Pero yo aquellos los admiraba, sabía que eran todo nervios, todo entrega. Eran capaces de soltar vomitonas un minuto antes del pistoletazo de salida y un minuto después salir disparados como alma que lleva el diablo. Su carrera nunca la vi, siempre andaba algo rezagado de aquella marabunta, que siempre daban todo, el máximo en cada carrera. Durante el recorrido su fibrosa figura les hacía pasar como espectros. Raudos, veloces, como un torbellino. Dejando en el aire la figura fantasmal, que sólo pasado la línea de meta se tornaba humana, de tonos agotadores, donde la extenuación se extendía en la gloria de haber arañado un segundo al crono, otras veces cercano a los primeros y otras en gloria del pódium.

No hay comentarios:

Publicar un comentario