Hablar de La Mancha rodeado de
calores de verano, es ver como los ojos te hace “chiribitas” al divisar el
“sofoco” dibujado en el horizonte.
Decirle a un desconocido que en esto páramos, de
inmensidades llanuras, va a poder chocarse de bruces con un oasis de aguas mansas y
sosegadas, pensará que es un puro espejismo.
Ante este panorama, las Lagunas de
Villafranca de los Caballeros es el único escenario capaz de albergar a los 310 inscritos para de
la XXVII Triatlón de Alcázar de San Juan. Así en la mañana del domingo 5 de
julio de 2015, todos los triatletas se congregaron en las orillas de las
lagunas, de la zona conocida como el Cerro, para poder nadar la distancia de
1.000 metros.
Los lugareños, cada año, esperamos
con entusiasmo este acontecimiento deportivo, que si
bien el peso de la
organización, que cada año se afana por hacer las cosas bien, corresponde a la
localidad de Alcázar de San Juan; al hablar de deporte en las Lagunas de
Villafranca también es decir CA las Lagunas de Villafranca, por ello cada año
se vuelca en colaborar con los organizadores para que todo vaya como debe ser.
Prevista mi asistencia de mero
espectador, fue un impulso de última hora la que me llevo a mi faceta de
“retrataor”. Y es con más ganas que
conocimiento como sintetizo esos momentos triatleteros. Unas veces son protagonistas los
espectadores, otras espontáneos actores y en el centro los triatletas, que por
lo que me toca destaco con orgullo a mi hijo Jesús, sin olvidar, por
supuesto, Álvaro, Víctor y Pedro.