miércoles, 22 de agosto de 2018

La Mancha Centro o entre molinos y arqueologia

“ladran Sancho, señal de que cabalgamos”
(frase apócrifa de el Quijote)

Un domingo cualquiera de un verano del 2018 es el que me va a llevar a una ruta que me deparó gratos momentos de pedaleo, no sin algún que otros sinsabores.

Quiero pedalear a ritmo, al menos durante los primeros 15 km, pero será sobre el km 10 (camino de Saladillo) donde me encontré con la mayor guarrería que el ser humano puede hacer de manera intencionada (vertido de desechos a tutiplén sin más); pero será el viento, que desde el primer metro de pedal me va empujando p´tras, el que me lleve al momento crítico.

Un perro grandote, quizás de pastoreo, me mira y galopa, se posiciona y acerca, todo ello al son de ladridos. Pedaleo, subo el ritmo lo que puedo, mientras miro rápido al infinito, remiro a mis pies y una cuarta de distancia separa su cabezón dentado de mi pie derecho. Aprieto dientes, aprieto pedales. –C…..- grito. Aprieto pedales y ahí se acerca. Situación dantesca, preocupante o cómica, el caso es que mi angustia acelera el ritmo (mientras alguien distancio mira). Parece que el perro de dientes con cabezón de cuerpo de peso retranquea y ladridos de pocos amigos esta dispuesto a llevar singular batalla. Yo sin dar respiro grito –es tuyo- él da pronta y precipitada respuesta de quien se siente seguro entre vallas, así me grita – no, aquí están los míos-.

El desasodegado pedalear me desvía del camino y me trastoca hacia el lado más norte del polígono Alces de Alcázar de San Juan, paso por: campo de golf,  su polideportivo, cementerio a la derecha, cruce de vía ferroviaria y ahí está Beli, arrastrado por dos grande perros en el que el paseo matutino está claro quien lo marca. Beli a dos manos controla o mejor parece que es llevao por dos canes. Desde las distancia unos rápidos saludos.

Ermita de San Isidro y lanzado hasta los molinos de Criptana, donde un viento en contra los va haciendo gigantes, muy gigantes.

Entre molinos y tras callejear entre su albaicín donde parece que ha rondao por estos lares una noche de jolgorio y fiesta hace que mi disfrute sea solitario, silencioso y único.

Con los primeros descerrojazos me tomo un café con riquisimas tortas de Alcázar. Disfruto de miras de altura, tejados que te llevan al infinito de La Mancha. Es  un momento de sabor en silencio.

Ahora desde mi wikiloc diseño mi vuelta: dejar Alcázar de San Juan a la izquierda y llegar al polígono Alces para entrar dirección Piedrola.

-Es complicado por aquío te entra en el pueblo o te aleja- así me dice un pastor del lugar, concluyendo – mejor pasa a Alcázar-. Replanteo caminos y trato de buscar la llegada a mi objetivo a través del arroyo de los Albardiales (no tengo éxito).  Sigo en mis trece y al fin la solución entra por un arroyo que va hacia el polígono.


Tengo a mano la ruta a Piedrola (C3). La hora se echa encima pero ya está a escasos 6 km. Paseo entre sus piedras y entre un sol de verano que es dueño del infinito. Sorbo los últimos tragos de agua y en camino para mi pueblo: Villafranca de los Caballeros.

Track del recorrido: 

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