Entre medias del nacimiento de los
rayos solares de un nuevo día, voy “guiando” mi vehículo. Llevo muchos
pensamientos, pero hoy el que sobresale es aquel que hace unos años supuso mi
primera ruta montañera.
Santa Olalla es el punto de concentración,
allí y con un precipitado café nos reunimos dos grupos: el liderado por Bienve
que van a afrontar una etapa dura y que meses atrás tuvieron que abortar, no
sin alguna angustia que otra y por otro lado el grupo liderado por el
incombustible Beli, que nos llevará hasta la Mira.
Arenas de San Pedro es la parada
obligada, tomamos fuerzas y nos dirigimos a Guisando, donde nos lanza desde la
plataforma hacia la Mira.
Estamos en tiempo de calor, pero la
montaña siempre ofrece unos resquicios de brisas que hacen que estos retos
siempre queden con la coletilla “menos mal que no nos echamos p´tras”.
Necesitaba llegar a la montaña,
tocarla, sentir las pulsaciones de a más de cien y la forzada tensión de los
músculos, quería respirar el silencio de las rocas y expulsar los acumulados
mil gritos en un lugar donde simplemente tratamos de conquistarnos a nosotros
mismos.
Vivimos una sosegada mañana, de
tranquilo ascenso, donde la bajada pausada acumulaba mezcla de cansancio y
gratificante satisfacción de medirte en tu pequeñez a la imponente naturaleza.
Track de la ruta de la Mira por los Galayos:
Track de la ruta de la Mira por los Galayos:
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