miércoles, 2 de diciembre de 2015

El Invierno del Mundo

“tenemos que formar una nueva familia con lo que la guerra nos ha dejado, igual que tenemos que construir nuevas casas con los escombros que hay en las calles.”( El Invierno del Mundo, Ken Follett)

Después de unos cuantos libros y una temporada, retomo a Ken Flollett, que decir que si sus libros son de interminable número de hojas, su lectura se hace amena, entretenida y es de la que engancha, haciendo que “devores” el libro.

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Con Ken Follett cualquier excusa es válida para seguir en su lectura, No cabe duda que atrae, que maneja los personajes con maestría, que ir de un personaje a otro lo hace en el momento clave para dejarte con el “gusanillo” de lo que viene, pero que inmediatamente cualquiera de los personajes paralelos que retoma te arrastra en su trama, dando sutiles pinceladas para enlazar magistralmente donde se dejó con lo que se retoma. En fin que no te pierdes y enlazas las distintos personajes  y sus historias que simultáneamente se desenvuelven en una misma época y en distintos países.

El Invierno del Mundo es la II Guerra Mundial. Estamos en una crisis mundial, situación económica y política que hace buscar “chivos expiatorios”, y certéramente las estéticas magistrales de un nuevo orden iluminario lanza un primer cebo que atrae, para seguir con una red que te atrapa y finalmente te tortura. Es fácil arrastrarte, dejarte sucumbir a sus cantos de sirenas y negar sus fondos y la destrucción de los contrarios. La historia se repite y en las profundas crisis se impone trazar  la línea recta que guía a la sociedad para su salvación. Se impone la simple regla matemática del “0” o el “1”, o lo que es lo mismo estás conmigo o contra mí.

 Los Nazis y su nuevo orden, una raza sobre otra, la pureza sobre la diversidad que lleva a extremos inimaginables “-¿Cómo?, ¿incluso ese niño pequeño?- Judíos, también- aclaró el sargento. –Bueno, ¿qué son, comunistas o judíos?- ¿Qué diferencia hay- No es lo mismo. –No sabe lo que dice, imbécil. La mayoría de los comunistas son judíos. Y la mayoría de los judíos son comunistas. ¿E que no sabe nada?.”

En un mundo de poderosos, donde las decisiones son tomadas desde el hielo “¡Al contrario! Es muy emocionante observar a los hombres poderosos tomar decisiones transcendentales sin tener que levantarse de la silla.”

Cuando la locura le entra al mundo, la sociedad se hiela, y el frío surge la guerra “y vieron que allí había una docena de jóvenes muertos. Aquello era peor que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Hasta ese momento, la idea de la contienda le había evocado el valor ante el peligro, el estoicismo ante el sufrimiento, el heroísmo ante la adversidad. Sin embargo, lo que estaba viendo en ese instante era la agonía, los gritos, el terror irracional, los cuerpos mutilados y la total desconfianza en la lógica de su misión.”

La crudeza y su realidad cuando se trata de vencer los unos sobre los otros “consiste en matar el máximo número posible de obreros de las fábricas. Con una hipocresía pasmosa, Churchill y Atttle afirmaban que tan sólo atacaban objetivos militares y que la muerte de civiles eran daños colaterales lamentables.”

Cuando en el mundo se entrecruzan los locos poderoso y poderosos locos “-Creemos que aproximadamente veintiún millones de personas se han quedado sin hogar-“, y junto a las grandes cifras de la desolación, permanecen calladas las tragedias individuales de cada persona, estén en un lado o entro, opinen de una forma o de otra, sobrevivan o mueran, lloren o lloren más “El tercer soldado acabó, y después el cuarto se tumbó sobre ella.”

 Y tras el hongo de una resplandeciente luz del caluroso invierno del mundo, el mundo se congeló.

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