“tenemos que formar una nueva familia con lo que la guerra nos ha dejado,
igual que tenemos que construir nuevas casas con los escombros que hay en las
calles.”( El Invierno del Mundo, Ken Follett)
Después de unos cuantos libros y
una temporada, retomo a Ken Flollett, que decir que si sus libros son de
interminable número de hojas, su lectura se hace amena, entretenida y es de la
que engancha, haciendo que “devores” el libro.
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El Invierno del Mundo es la II
Guerra Mundial. Estamos en una crisis mundial, situación económica y política que
hace buscar “chivos expiatorios”, y certéramente las estéticas magistrales de
un nuevo orden iluminario lanza un primer cebo que atrae, para seguir con una
red que te atrapa y finalmente te tortura. Es fácil arrastrarte, dejarte
sucumbir a sus cantos de sirenas y negar sus fondos y la destrucción de los
contrarios. La historia se repite y en las profundas crisis se impone trazar la línea recta que guía a la sociedad para su
salvación. Se impone la simple regla matemática del “0” o el “1”, o lo que es
lo mismo estás conmigo o contra mí.
Los Nazis y su nuevo orden, una raza sobre
otra, la pureza sobre la diversidad que lleva a extremos inimaginables
“-¿Cómo?, ¿incluso ese niño pequeño?- Judíos, también- aclaró el sargento.
–Bueno, ¿qué son, comunistas o judíos?- ¿Qué diferencia hay- No es lo mismo.
–No sabe lo que dice, imbécil. La mayoría de los comunistas son judíos. Y la
mayoría de los judíos son comunistas. ¿E que no sabe nada?.”
En un mundo de poderosos, donde las
decisiones son tomadas desde el hielo “¡Al contrario! Es muy emocionante
observar a los hombres poderosos tomar decisiones transcendentales sin tener
que levantarse de la silla.”
Cuando la locura le entra al mundo,
la sociedad se hiela, y el frío surge la guerra “y vieron que allí había una
docena de jóvenes muertos. Aquello era peor que cualquier cosa que hubiera
podido imaginar. Hasta ese momento, la idea de la contienda le había evocado el
valor ante el peligro, el estoicismo ante el sufrimiento, el heroísmo ante la
adversidad. Sin embargo, lo que estaba viendo en ese instante era la agonía,
los gritos, el terror irracional, los cuerpos mutilados y la total desconfianza
en la lógica de su misión.”
La crudeza y su realidad cuando se
trata de vencer los unos sobre los otros “consiste en matar el máximo número
posible de obreros de las fábricas. Con una hipocresía pasmosa, Churchill y
Atttle afirmaban que tan sólo atacaban objetivos militares y que la muerte de
civiles eran daños colaterales lamentables.”
Cuando en el mundo se entrecruzan
los locos poderoso y poderosos locos “-Creemos que aproximadamente veintiún
millones de personas se han quedado sin hogar-“, y junto a las grandes cifras
de la desolación, permanecen calladas las tragedias individuales de cada
persona, estén en un lado o entro, opinen de una forma o de otra, sobrevivan o
mueran, lloren o lloren más “El tercer soldado acabó, y después el cuarto se
tumbó sobre ella.”
Y tras el hongo de una resplandeciente luz del
caluroso invierno del mundo, el mundo se congeló.

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