lunes, 19 de mayo de 2014

Juega limpio

Después de muchos, muchos años, esta vez me infiltren furtivamente en la maratón de Madrid. Consumí km y km entre los atletas inscritos y participantes de la XXXVII edición. De esta experiencia no voy a entrar en sensaciones, ni en mi adormecido espíritu maratoniano, que lo dejaré para otra oportuna ocasión. Hoy voy a lo práctico, que es la imagen de tanto corredor que usando de líquidos, sólidos, geles y barritas; sin miramientos tiran el contenedor de líquido, gel o envoltorio alegremente, esparciéndolo por doquier, no sólo en las zonas de avituallamiento sino en cualquier parte de recorrido. Esto  que vi, en varias veces he comentado, y, con criterios, me han dicho que todo ello está  controlado bajo un despliegue de limpieza que sigue a los últimos corredores. Será así.

¡Claro!, que una persona como yo, de manías antiguas, en la que el correr era parte del sometimiento del cuerpo a disciplina, en donde el control de necesidades y caprichos estaba sometido a el rigor de autoexigencia, respeto y pudor; si bien, llego a comprender ese actual despliegue de medios, para que el atleta actúe sin control ni medida para arrojar envoltorios, papeles y tubos por doquier, porque todo está bajo el control de expertos equipos de limpieza, lo admito, aunque sea a regañadientes; pero me niego rotundamente a admitir la imagen de enfilados despliegue de atletas con la “pitorra en la mano”, desplegado en la acera y por muralla unos setos donde sus micciones se espacian libre y alegremente, mientras viandantes (hombres, mujeres, niños,…) paseaban por la plaza de Oriente ajenos a retos y heroicidades, pero que contemplaban atónitos tamaña desvergüenza. Digo no. Me niego a admitir este tipo de anexos al gran espectáculos del maratón por ser una actividad deportiva llena de pundonor y entrega.

En los Yébenes
Quiero seguir en esta línea, y este pasado domingo pude comprobar, que los hábitos descritos siguen extendiéndose, en concreto: II Carrera Montes de Toledo en los Yébenes, allí nos concentramos atletas de montaña, donde pantalones y mallas envueltas en bolsillos y mochilas, donde agua, geles, barritas y diversos envoltorios estratégicamente van repartidos por  nuestro cuerpo.

Instantánea sin más
Con el inicio de la carrera en empinada subida se pudo comprobar, desde los primeros metros, que los 21 km debíamos ganárnoslo metro a metro. La mañana jugo a nuestro favor, gracias a una oportuna brisa que ventilaba cada sudoroso poro de piel. Subir y bajar, para seguir subiendo. Mirar desde lo alto las ampliar llanuras, jadear, saltar las desparramadas piedras, esperar el deseado avituallamiento, sudar el lento paso de kilómetros y sortear vertiginosas bajadas de difícil equilibrio, así es adentrarse en la montaña de manera multicolor.

Inicio y subida
El tórrido calor amparándose en recovecos de abrigaos hacen clavar la vista en el suelo, casi cuentas las piedras, las plantas, los olores,..  eres tú y la naturaleza, tú fuerza y los kilómetros, no hay nadie más. ¡Espera!, ¡Retrocede! He dicho contar “las piedras, las plantas, los olores,..” No,  quería decir cuentas envoltorios, botes de geles y suciedad esparcida por los que invadimos la montaña.

Animador, ¡Gracias!
Estamos a tiempo, llevemos el mejor espíritu del corredor a la montaña para que nos lleve a los mejores logros, a las mejores aventuras y al disfrute de la naturaleza bajo nuestra máxima exigencia.

¡¡Juega limpio!!, porque la mejor huella del atleta no es la que dejas tirada bajo el esfuerzo de tus zancadas.

Brazo de gigante
Km 16, sorbes los líquidos, uno tras otros. A partir de aquí es un descenso de unos empinados cuidados, donde pequeños sube y más grandes bajas te van acercando a las primeras casas y a los primeros  sosegados espectadores, porque no olvido cuan hormigo caminantes, que allí en sus alturas no eran molinos sino gigantes.




Y por supuesto, como te vas de los Yébenes,... sin probar una buena ración de venao.

A Carlos Peño,
Dedico esto que escribo y la azarosa batallas entre cuestas, bajadas y desperdigadas piedras que en vilo mantenían cuerpo y tobillos a fin de mantener  el justo atraso que me alejaba del brío de Mónica y las saltimbanqui bajadas de Bienve.


Recupérate, para dejar de ser un brillante animador.

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