Los hombres juegan a la tragedia
porque no creen en la realidad de la tragedia
que se está representando en el mundo civilizado.
José Ortega y Gasset
Hace unos 2500 años Filípides,
guerrero ateniense, murió de un sofoco y todo fue consecuencia de su deber como
soldado y por la obligación en la defensa de los ciudadanos atenienses.
Hoy los tiempos han
cambiado, siguen existiendo deberes y obligaciones, pero nuestra sociedad más
avanzada ha creado un estereotipo basado en el "hombre sin límites".
Donde los retos y las superaciones extremas es la medida que define a la
persona, es decir hemos perdido la perspectiva antropológica de luchar y asumir
riesgos para sobrevivir como colectivo humano, por el ego del super-yo individualizado
por encima del de los demás. Hoy el héroe cotidiano para la protección del colectivo
social ha sido sustituido por individuo como unidad de medida de la debilidad
del contrario, basado en retos extremos (sin olvidar que detrás de estas
aventuras, a veces, están escondidas una extraña maraña comercial).
Jon Krakauer alpinista y
periodista reportero viajo hacia el Himalaya para escribir un reportaje sobre
la creciente explotación comercial del Everest y se vio envuelto una de las
tragedias más grande de la historia que esconde el Everest, describiendo los
hechos, de manera gráfica bajo el título "Mal de altura".
En 1852, el agrodimensor bengalí
Radhanath Sijdar descubrió que Pio XV era el techo del mundo con una altura de
8.840 metros. Nueve años después se le dio el nombre de Everest. En 1953 fue
una expedición británica la que por primera vez coronó la diosa del cielo, así
nombrado por el pueblo nepalí. Desde esta primera aventura muchas fueron las
expediciones profesionales, que con fines científicos o por la simple
demostración de poder eran respaldados por sus países.
El mal de altura nos eleva
desde esas expediciones profesionales al boom egocéntrico de la superación apoyado
por un desembolsamiento económico, quedando diferenciados dos contrapuntos:
poder económico como medio de asumir lo inalcanzable y, por otro lado, unos países
empobrecidos necesitados de ingresos que junto con unos experimentados
lugareños son el medio necesario de obtener objetivos casi imposibles.
Mal de altura es la
extraña dualidad entre el sufrimiento extremo por el simple placer de un reto y
la entrega extrema del sherpa como medio de vida, que lleva a ambos a pasear
por abismo de la muerte. " los sherpas marcaban la ruta, montaban los
campamentos, cocinaban, acarreaban el equipaje,...".
Negocio, ambiciones
desmedidas, extenuación, hipoxia, edema cerebral, la fiebre de la cima,
prestigio, ambición y muchas pequeñas cosas que se acumulan imperceptiblemente
hasta formar una masa crítica rompiendo los principios objetivos y la temeridad
arrastrando al hombre al caos. Leer este libro no sólo entretiene, sino que te
abre una puerta a la reflexión del riesgo extremo gratuito.
Mal de altura nos lleva a
la "zona de la muerte", a la "fiebre de la cima" y al embotamiento
de la mente, fusionando la debilidad de la memoria y la fatiga física donde la extenuación
sólo es el principio de la muerte. <<Quizás este sea el culmen de la
escalada: llegar a un punto donde, en palabras de Haston, "si algo va mal,
será una lucha a muerte. Si uno está bien preparado, sobrevive; si no, la
naturaleza reclama su prenda">> David Roberts.
Mal de altura es la descripción
de un drama humano que va más allá de una actividad de riesgo como es el
alpinismo, en mal de altura se describe gráficamente al ser humano en situación
extrema aceptando la muerte, sobreviviendo a ella o eligiendo sobre la del
otro.
“Beck había sufrido la
amputación de medio brazo derecho, así como de todos los dedos de la mano
izquierda. Le extirparon la nariz para reconstruirla con tejido de la oreja y
la frente.” (Mal de altura, Jon Krakauer).
![]() |
Sobre los hechos descritos por Jon Krakauer, se baso la película Everest |

No hay comentarios:
Publicar un comentario