miércoles, 21 de junio de 2017

La bici entre coches

Son casi las 7,00 horas de la mañana, como muchas otras, cruzo la Castellana y dejo a la derecha el acristalamiento del Corte Inglés. El tráfico va muy lento, demasiado lento para las horas que son. Casi estoy llegando a Cuatro Caminos y una ristra de coches siguen a una bicicleta (de estás eléctricas que hay en distintos puntos de Madrid).

El bicicletista va por todo el medio del carril. Erguido, orgulloso, pausado, manteniendo el ritmo que le da los pies y la electrizante bicicleta. Somos una procesión en una apenas despertante ciudad. No hay tráfico y calladamente se sigue al tranquilo bicicletista.

Mientras tanto recuerdo,…

Mi primer vehículo de traslado fue una bicicleta, comprada en Otero, de cuadro a medida, una todo carretera con marchas y de la marca RAZESA. Para mí en aquellos principios de los años 80 un superlujo, que pude comprarme con mi sueldo, que por cierto no llegaba al sueldo mínimo interprofesional de aquella época.

Con aquella bici verde Razesa me movía por un complicado Madrid de tráfico. Temprano con ella iba al trabajo (más de una vez me entremezclaba entre la llegada de los autobuses de los trabajadores en Atocha), luego vuelta, incluso alguna vez que otra me valió para coger la carretera de Andalucía/N IV para ir a mi pueblo. Gracias a la bicicleta tuve mi primera libertad de movimiento en un complicado Madrid, donde mezclarte con los vehículos era una auténtica arriesgada aventura.

En aquella época, los “cuatro” que nos movíamos en dos ruedas éramos unos locos suicidas en una ciudad y carreteras hechas para los vehículos.

La  bicicleta siempre ha sido un endeble vehículo de movilidad, cargada de TNT cuyo iniciador está en el exterior, y casi siempre identificado con el coche.

Es temprano, son casi las 7,00 de la mañana,…

Seguimos en procesión, detrás de él, que marcha  en medio. Cuanto tiempo ha pasado desde aquellos 80 (hoy la Razesa la tengo colgada a modo de museo y grandes recuerdo, de aquellos años, en los que me había comido medio mundo y buscaba comerme el otro medio). Hoy después de muchos años, entiendo al tranquilo bicicletista que marcha por medio del carril, ajeno a tráfico o cualquier circunstancia de circulación. Él va en bicicleta y contribuye a una ciudad mejor, más sostenible, más humana y de menos coches. Pero hoy cuando los sesenta no me son ajenos y los ochenta me quedan lejos, la percepción de mi mundo está a la inversa (medio mundo me ha comido y lucho porque no me coma el otro medio mundo).

Pienso, que no hay un “todo”, ni un “nada”, que la mejor línea casi siempre es la de en medio, pero no la de en medio del carril, sino de la comprensión, de entender que en la “mostruosa “ ciudad, moverse en bicicleta es sólo para unos pocos, porque pocos son los que el domicilio de su lugar de trabajo están a tiro de piedra, pero en muchos casos el trabajo necesita del vehículo y en otros, y que no son pocos, la edad o problemas de salud le obligan a utilizar el coche.

Me gustaría una ciudad sin coches, donde las bicicletas enarbolaran la bandera de una ciudad más humana, incluso donde el transporte público extendiera sus tentáculos de excelente comunicación. Ciudad de vías estrechas, aceras anchas, grandes espacios peatonales, arboles. Ciudad sin ruidos y sin stress.

Pero mientras todo esto llega, circulemos todos respetándonos. Entendiendo que el lugar que ocupamos en los espacios públicos es sólo momentáneo, y que otros enseguida que lo dejamos lo ocupan, y además es necesario para que todo fluya. Pido, en primer lugar, respeto y distancia para los más débiles, pero también pido respeto y cuidado por los más débiles porque cuando en esta ancha ciudad se sienten envueltos por una invencible armadura sobre dos ruedas, esa armadura es sólo invisible.




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lunes, 12 de junio de 2017

Momentos emocionantes de la historia de España

Soñar leyendo, imaginar despierto o conocer la historia de España desde los fenicios hasta la llegada de la democracia es lo que pretende este interesante libro titulado “Momentos emocionantes de la historia de España”.
Portada del libro

Marcos, un niño que descubre el poder de la lectura y que es trasladado a las distintas etapas que van generando la cronología de nuestra España. Narrar la historia de España, a través de un viaje imaginario, acompañado de los personajes más significativos y lo hechos más importantes que ha ido dando forma la España de hoy: La creación de las ciudades con los fenicios, los romanos y su romanización, al-andalus, la reconquista, colón y el descubrimiento de América, España un Imperio donde no se pone el sol, el siglo de Oro Español, el declive, la Revolución Francesa, la formación del Estado Moderno, el convulso inicio del siglo XX, la guerra Civil y la Transición.

La Reina Isabel y el Rey Fernando.
Toda una aventura que nos acerca a la historia de España, tanto a los pequeños, menos pequeños, adultos y más mayores para saber porque hoy nuestro país  es como es y, quizás, porque somos como somos. Y si todo esto no te dice nada, no pasa nada, porque vivir los momentos más decisivos y emocionantes de la mano de hechos  y sus personajes es posible, porque tan sólo hay que dejarse llevar por su lectura donde navegar, cabalgar y comprobar que “la Historia, puede ser la más asombrosa de todas las aventuras imaginables”.

Marcos, será el hilo conductor que nos lleve a través de los “Momentos emocionantes de la Historia de España”, ese lugar donde sus primeros habitantes fueron: “oretanos, turdetanos, vettones, vacceos, astures, cántabros… Pero me acuerdo muy bien de lo que Adriano dijo de ellos: - Los íberos- me dijo – son rudos. Son salvajes. No se bañan. No tiene caminos ni acueductos. No tienen teatros ni ciudades dignas de ese nombre. Son, sin embargo, valientes. Son pueblos que aman la libertad.”

Momentos emocionantes de la historia de España de Fernando García de Cortázar es un libro que te hará cerrar los ojos… y vivir mágicamente la cronología de nuestra historia. Será un viaje sin mareos, de grandes perspectivas y de sentirnos saber que somos españoles, porque así nos ha hecho nuestra historia.

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miércoles, 7 de junio de 2017

II Chelarace

Con mis zapatillas shimano MTB de agarre automático y montado en mi “jaca”, prestada de 29 pulgadas, cabalgo cuan aventurado caballero marcha cegado por la ilusión, así de esta guisa iba.

Los casi tres km, que hay desde mi casa a la salida, los aprovecho para probar los cambios de platos y piñones que, por cierto, deslizan en suavidad increíble. Soy dichoso y me siento aventurero de mi primer ventura, aunque de todo ello albergo grandes dudas.


¡Al final, te caerás!, ¡Acuérdate de quitarte los automáticos!, ¡Ya verás como la lías!,… así, estas y otras muchas advertencias. Conque un cierto conque andaba en mis adentros.

Las inmediaciones del Aula de la Naturaleza engalanada de atuendo y maquinas deportivas auguraban un excelente ambiente, destacando la puesta de largo de la tienda de emergencia de Protección Civil Local  y la incorporación de una tricimoto al Cuerpo de Policía Municipal de Villafranca de los Caballeros, a ellos mis mejores deseos de uso y prestación de Servicios.

Salida de la II Chelarace, vamos a por los 40 km controlados. Los 500 ciclistas inscritos, guiados por los organizadores, pronto comenzamos a dibujar una línea serpenteante, que en algunos tramos nos extendíamos por más de 2 km. Bonito espectáculo se trazaba por los caminos y sendas del Termino, aunque, de vez en cuando, nos hacían paradas de reagrupamiento y cruce de carreteras.

¡Avituallamiento!.  ¡Estamos rodeados! Y así fue. La Mancha lugar de tropas, y si antaño fue Pantagolín y Cristino, hoy fueron una perfecta formación de ovejas, que a modo de rebaño, rodearon de manera incasable y en despliegue de tío vivo para acorralar las vituallas, haciéndolo inalcanzable para la tropa de a 500. Y fue en la Casa Chupa, donde al fin, los 500 repusieron ganas y fuerzas, para acometer el último tramo controlado que victorioso desfilará por calles y plazas. Simplemente fue bonito.

Todo preparado, ¡Ahora viene los bueno!. No hay tregua. Es medir fuerzas, sin contención, sin miramientos, porque simplemente es lo que cada uno más pueda. Estoy metio, en mi primera gran prueba, donde el hombre y la máquina son un binomio sincrónico. No caben errores.

Dejando la laguna Grande, entramos por el “Polvorín”; por aquí, algo ya noto, y es que el sillín y las “posaderas” no van bien entendidas, parece que son dos partes, de hombre y máquina, que andan mal avenidas. No da tiempo a llegar a un entendimiento, cuando surgen nuevas controversias: plato grande o plato pequeño (menos mal que sólo son dos), piñón arriba o más abajo, palanca de la izquierda o de la derecha y ahora la de arriba o la de abajo, entre medias suelta el automático y agárrate como puedas. En fin un barco en una llanura de escasa aguas pero  con muchas aguas.

¡Impresionante!, entre tanta discusión de hombre y máquina brota el egodisfrute, donde el tramo ribereño del Cigüela me sube el espíritu y de vez en cuando, aprovechando cualquier resquicio, grito: -Por la izquierda, por la izquierda-, con ánimo de que me faciliten mi eufórico pedaleo.

Otra vez por el pueblo, pero esta vez sin internamientos, sólo por la periferia; pero con algo claro: la bicicleta y yo debemos vernos más si queremos andar en estas guerras. Paso de nuevo por la laguna Grande y  en sus últimos 15 km.


Algo pasa y no sé qué, pero lo que es cierto es que es insoportable. Zona plantar del pie derecho, por centrarlo más, por el metatarso. Dolor y dolor. Será que llevo el pie recalentao, será que la zapatilla no me ajuste, será que no estoy acostumbrado,… No sé. A veces trato de levantarlo y me olvido de que está automatizao. Sufro, pero  hay que seguir. Como buen samaritano alguien pedalea y me habla, yo le digo y le cuento de mi penitencia, y por una cosa u otra, sigo su consejo y hecho fuera el automático. Primeros pinares y zonas técnicas. –Cambia al plato pequeño-, me dicen. Yo no sé ni donde tengo la mano izquierda, así que… Al suelo y bendito dolor que me ha mantenido el pie fuera de tan automática agarradera, favoreciendo mi pie en tierra evitando el a barruntamiento de mis lomos revolcaos por suelo.


Al final, siempre la meta, y con la suerte de poder disfrutar con el grado justo de “masoquismo deportivo”, aunque me da que, si quiero seguir por estos derroteros, estoy obligado a tratarme más con estos artilugios mecanizados de dos ruedas.



Ah!! Aprovecho para agradecer a los de la organización, que andaban por caminos y cruces desplegados, por sus ánimos, también aquellos ciclistas más avezados que el que esto dice, por tenerme  en cuenta y por último pedirle disculpas a la señorita, que bien pedaleo detrás de mí los últimos kilómetros, y que yo en ese ego de “machoalfa” apreté dientes, orejas y zapatillas simplemente por llegar antes que ella, sin que esto me llevará a nada.

Pinchar para ir al track de los 30 km de competición en la II Chelarace:


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martes, 30 de mayo de 2017

Casas del Mesegar

Viento de solano, malo en invierno y peor en verano.

A la hora del cierre de la fresca me ando aprovechando de sus bondades entre estos precipitados calores, pero da que la cabeza va por otro lado. Estos aires parece que varían los cuerpos, y así fue el sábado.
Lagunas de Villafranca de los Caballeros

Llegó el domingo y el cansino viento sigue torturando. Entrando en las lagunas, mientras en el fondo andan desplegando preparativos de triatlón, yo departo unas palabras, y de estas salen el andar, y de este andar surge el hablar: ¡Vamos al Mesegar!.
Panorámica sobre las casas del Mesegar

Sobre el puente en el
río Cigüela

Cruzando el río Cigüela, por el camino de las Olivas (dirección a Quero), hacia la izquierda está la laguna del Mesegar; el río Cigüela es la frontera entre este humedal y el del Taray. Después de surcar entre un camino apretado de taráis nos encontramos con las Casas del Mesegar. Casas en completo abandono a la vera del río. Fueron esbeltas y bulliciosas, así parece indicar su desvencijado porte. Aquí se recibió al Emérito Rey (eso dicen). Sus lagunas, atrapadoras en otro tiempo de las aguas del Cigüela, daban vida, la misma que alegremente y tranquilamente trasladaba esta cuenca de brazos anastomasados.

Ayer fue casa de señoritos de escopeta nacional, hoy sólo un desolado lugar: ruinoso, saqueado, abandonado que dibuja un escenario de decadente naturaleza. Y digo que entre aquel tiempo y este otro podía existir un medio.
Imagen de la zona en el SIGPAC

Enlace que te llevará a fotos del lugar (pincha sobre la imagen de abajo):
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miércoles, 17 de mayo de 2017

El Umbral de la Eternidad

Pinchar para ir a Ken Follett

Mezcla los ingredientes contrastables de personajes y hechos históricos que enfrentaron fríamente a un medio mundo contra él otro y entre todos ellos sitúa hábilmente a unos personajes de ficción que serán los hilos conductores del submundo oculto de los miedos, las angustias y deseos que atenazaba a una sociedad dividida, pero sostenida por un mismo  pilar: el imperialismo, que sostiene dos contrapuestos brazos: el capitalismo y el comunismo.

No hay hecho histórico que se sustraiga a la hábil pluma de Ken Follett, ni aquellos personajes que en aquel entonces tenían en su mano el poder omnipotente de decidir durante el periodo histórico denominado “Guerra Fría”, entendido desde la finalización de la II Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín. Kennedy, Martin Luther King, Nixon, Jrushchov, Brézhnev, Gorbach,  los misiles de Cuba, El Muro, la cultura hippy,…

“- Las máquinas de escribir son caras. – No es solo por el dinero. Es una voz disidente, una visión del mundo alternativa, un modo de pensar distinto. Una máquina de escribir es libertad de expresión.” (El umbral de la eternidad).

Los personajes creados por el autor de “El umbral de la eternidad” son movidos sabiamente (por ello su escritor es un bestseliano), para estar entre las luchas y temores de los líderes que pujan por vencer al otro medio mundo, eso sí, amarándose a un sillón donde unos esconden una sociedad con alarmantes tintes de racismo o, en el otro caso, una sociedad en el que se le trata de inyectar el virus de la despersonalización, donde toda su sociedad se convierta en una línea plana.

Quizás hasta uno pueda hablar de buenos y malos en este libro, o simplemente de dos mundos convertidos en “ los Hermanos Daltón”, donde al final, como siempre, es la sociedad del devenir diario la que sufre las fechorías de estos dos poderes hermanos antagónicos y siempre regidos por un dudoso hilaje interno que mueve intereses bajo el supremo “bien común”.

Un libro que no me ha dejado indiferente, porque es un libro que me recordaba momentos históricos vividos en mi niñez, pero que en aquel entonces quedaban muy alejados y sin una toma real de los que en la “mesa estaba en juego”. Y desde este juego del manejo de hechos históricos, Kell Follet va llevando al lector a una realidad reciente, que inexorablemente es la consecuencia de la suma del transcurrir de lo que antecede.

“- La política internacional es como un vaso. Los movimientos agresivos por parte de cualquier bando vierten agua. El rebosamiento es la guerra.” (El umbral de la eternidad).

Los Americanos y los Rusos o los “Avelicanos” y los “Rojos”, al fin y al cabo, son dos mitades del frío mundo. Uno abanderando la libertad de los pueblos oprimidos y la otra abanderando la desaparición de la diferencia de clases, mientras respectivamente los unos internamente están fracturados ante unos derechos civiles que rompa con el racismo imperante y los otros activando una maquinaria de control para el aplastamiento del individuo.

La historia reciente es su hilo conductor, siendo fedatarios del siguiente acontecimiento los personajes ficticiamente colocados por su creador. Leer hasta el final no se me ha hecho escabroso, es más me ha entretenido, incluso ha dibujado aquellos años con aquel sentir los hechos de manera infantil, pero con un toque de que  cada paso de aquel entonces es un logro del ahora, donde los verdaderos autores del ser hoy son una inmensa sociedad que está por encima de aquellos dos medios mundos.

La Caída de los Gigantes, el invierno del Mundo y…. ellos me han llevado al Umbral de la Eternidad, aunque la eternidad de este planeta llamado Tierra tenga un mal permanentemente subyacente: La III Guerra Mundial.


 “Las puertas del otro lado también estaban abiertas, así que las traspasaron, y el Este se encontró con el Oeste.” Sobre la caída del Muro de Berlín (El umbral de la eternidad

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lunes, 8 de mayo de 2017

Ruta Humedales Manchegos I - Por Taray y Peña Hueca

Sin se nombran los Humedales Manchegos, todo el mundo fija su mente en unos concretos y muy nombrados, pero La Mancha de los Humedales es un conjunto de biodiversidad que ocupa una vasta extensión, y entre todos ellos y su conjunto de peculiaridades hacen la exclusividad de esta zona.

Alguien dijo, que los otros Humedales son desconocidos, y sin embargo su ecosistema, envuelto en avifauna, específicas plantas, praderas y sus peculiares láminas de agua, muchas de ellas salinas, hacen un paisaje digno de visitar con sosiego.

Aquí os presento una magnífica ruta dentro de la zona de esta Reserva Natural enclavada en el Corazón de La Mancha, que situando como eje el río Cigüela en su recorrido medio nos deja un atractivo recorrido llano y lento al igual que el discurrir de sus aguas, que en otro tiempo eran desbordantes, hasta la vil alteración humana de su cauce y márgenes.

Son los otros Humedales, aquellas que nos les precede la fama del nombre, pero si contienen el sosiego de recrear grandes vistas entre apasionados silencios, donde imágenes costumbristas de la zona nos dejaran la mejor huella.
Villafranca de los Caballeros es el punto de partida, con un recorrido de casi 50 km, donde su escaso desnivel lo hacen de pedalada tranquila y disfrute de los lugares.


Comenzamos pasando por la laguna Grande, seguida de la Chica, para encarar la Laguna del Taray. Pedalear y parar, disfrutar de sus grandes vistas. Seguir a la laguna del Tirez, observar tranquilamente en la laguna de Peña Hueca, otra vez hacía el Taray, pero con desvío hacia la laguna de los Arbardinales, pedaleamos hacia Quero, donde su vetusta estación ferroviaria está adornada con sonido de cigüeñas, vamos hacia la laguna del Abogado (Antiguo molino de harina, que se valía de las aguas del río Cigüela).
Seguimos porque estamos llegando a su fin, la Dehesa, volteando la laguna Chica y Grande, para entre sus barcazas culminar en San Isidro.
Para culminar el día puedes hacer que las noche y el día hagan su espectacular relevo, y bajo una música de intercambio de colores disfrutes de la puesta de sol, desde el embarcadero del Alemán en la laguna Grande de Villafranca de los Caballeros.
Track de la ruta de 45 km por los otros Humedales (pincha sobre la imagen de abajo):

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martes, 2 de mayo de 2017

Ruta Circular los Galayos por el Yelmo

Esta vez queremos dar un nuevo giro, y desde la plataforma de Gredos en Guisando (la Cabra), vamos hacer una circular. Quizás se nos ha echado la mañana encima, son las 10,00 horas; pero el madrugón ya venía servido desde Villafranca de los Caballeros.

Buena mañana, creo que fue excelente, de esas del calor justo. Sabemos que la jornada va a ser larga, pero apasionante, hemos calculado cerca de los 22 km.

Sergio, Bienve y un yo salimos con la moral muy alta y a ritmo sostenido, pronto nos encontramos con el desvío al Yelmo (este desvío está antes de llegar a la fuente de  Macario). Es una subida suave y cómoda, pronto nos muestra la otra cara de los Galayos, desde aquí son avezados panzones. La senda que siempre nos va a ir dejando los Galayos hacia la izquierda esta perfecta, así cuando nos encontramos con una familia, uno de ellos se muestra orgulloso de ser parte del estado tan cuidadoso que esta la senda.

Hasta llegar al arroyo Herveros la senda está bien marcada. Es en esta parada donde no hay que escatimar tiempo para enlazar con la senda del Peón. Una vez culminada esta subida giramos hacia la izquierda y seguimos la cuerda. Pisamos nieve, en año escaso, se agradece y se disfruta.

Vamos retrasados y nuestro objetivo se modifica, dejamos la Mira para otra ocasión y enlazamos con la Apretura para llegar al Victory y de allí por las zetas hasta la plataforma.

Buen día con excelente ruta, indudable que requiere un poco de ir preparado física y mentalmente, pero así es el Kinkillero de La Mancha.


Restaurante la Cabra, casi a la hora del cierre, pero ahí estaban para darnos unos suculentos tentempiés  para desbloquear los músculos o quizás eso quedaría para un buen reposo. Uno u otras cosas suavizará los músculos; de pronto -¡Anda! La cartera – y echando mano a una mochila y a otra resulta que la cartera anda en el bolsillo pero lo que más arriba se ha quedado ha sido el cortavientos recién estrenao  de Sergio. Por la “mirá” que despide parece que se quiere lanzar a su búsqueda, pero al final la noche la tenemos encima.

Track de la ruta circular desde la plataforma de Gredos (Guisando), pasando por el Yelmo, puerto el Peón, la Apretura, refugio Victory y la plataforma:

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