Pinchar para ir a Ken Follett |
Mezcla los ingredientes
contrastables de personajes y hechos históricos que enfrentaron fríamente a un
medio mundo contra él otro y entre todos ellos sitúa hábilmente a unos
personajes de ficción que serán los hilos conductores del submundo oculto de
los miedos, las angustias y deseos que atenazaba a una sociedad dividida, pero
sostenida por un mismo pilar: el
imperialismo, que sostiene dos contrapuestos brazos: el capitalismo y el
comunismo.
No hay hecho histórico que se
sustraiga a la hábil pluma de Ken Follett, ni aquellos personajes que en aquel
entonces tenían en su mano el poder omnipotente de decidir durante el periodo
histórico denominado “Guerra Fría”, entendido desde la finalización de la II
Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín. Kennedy, Martin Luther King, Nixon,
Jrushchov, Brézhnev, Gorbach, los
misiles de Cuba, El Muro, la cultura hippy,…
“- Las máquinas de escribir son
caras. – No es solo por el dinero. Es una voz disidente, una visión del mundo
alternativa, un modo de pensar distinto. Una máquina de escribir es libertad de
expresión.” (El umbral de la eternidad).
Los personajes creados por el autor
de “El umbral de la eternidad” son movidos sabiamente (por ello su escritor es
un bestseliano), para estar entre las luchas y temores de los líderes que pujan
por vencer al otro medio mundo, eso sí, amarándose a un sillón donde unos
esconden una sociedad con alarmantes tintes de racismo o, en el otro caso, una
sociedad en el que se le trata de inyectar el virus de la despersonalización,
donde toda su sociedad se convierta en una línea plana.
Quizás hasta uno pueda hablar de
buenos y malos en este libro, o simplemente de dos mundos convertidos en “ los Hermanos
Daltón”, donde al final, como siempre, es la sociedad del devenir diario la que
sufre las fechorías de estos dos poderes hermanos antagónicos y siempre regidos
por un dudoso hilaje interno que mueve intereses bajo el supremo “bien común”.
Un libro que no me ha dejado
indiferente, porque es un libro que me recordaba momentos históricos vividos en
mi niñez, pero que en aquel entonces quedaban muy alejados y sin una toma real
de los que en la “mesa estaba en juego”. Y desde este juego del manejo de
hechos históricos, Kell Follet va llevando al lector a una realidad reciente,
que inexorablemente es la consecuencia de la suma del transcurrir de lo que antecede.
“- La política internacional es
como un vaso. Los movimientos agresivos por parte de cualquier bando vierten
agua. El rebosamiento es la guerra.” (El umbral de la eternidad).
Los Americanos y los Rusos o los
“Avelicanos” y los “Rojos”, al fin y al cabo, son dos mitades del frío mundo.
Uno abanderando la libertad de los pueblos oprimidos y la otra abanderando la desaparición
de la diferencia de clases, mientras respectivamente los unos internamente
están fracturados ante unos derechos civiles que rompa con el racismo imperante
y los otros activando una maquinaria de control para el aplastamiento del
individuo.
La historia reciente es su hilo
conductor, siendo fedatarios del siguiente acontecimiento los personajes
ficticiamente colocados por su creador. Leer hasta el final no se me ha hecho
escabroso, es más me ha entretenido, incluso ha dibujado aquellos años con
aquel sentir los hechos de manera infantil, pero con un toque de que cada paso de aquel entonces es un logro del
ahora, donde los verdaderos autores del ser hoy son una inmensa sociedad que
está por encima de aquellos dos medios mundos.
La Caída de los Gigantes, el
invierno del Mundo y…. ellos me han llevado al Umbral de la Eternidad, aunque la
eternidad de este planeta llamado Tierra tenga un mal permanentemente
subyacente: La III Guerra Mundial.
“Las puertas del otro lado también estaban
abiertas, así que las traspasaron, y el Este se encontró con el Oeste.” Sobre la caída del Muro de Berlín (El umbral de la eternidad