miércoles, 26 de marzo de 2014

Montañeando


Una gran ciudad de abundante trasiego, haceres y quehaceres, eran mucho y entre tantos estaban 2617 bueyes y 872 carretas, entonces corría el año 1753, hoy sólo está “El último carretero”, escondido entre piedras donde se mantienen un puñado de casas, donde sus paredes de piedra velan a orillas de río Duero.

Éramos doce, todos preparados y mentalizados cuan expedición en ansia de disfrutar la ruta. Mochilas con viandas y vituallas, siendo algo de pan y chorizo a lo tradicional, almendras y barritas a lo moderno, todo ello “acompasao” con instrumentos como bastones, crampones y polainas.

Quizás locura o simplemente ganas de disfrutar de unos espectaculares paisajes de nieve a los pies de los Picos de Urbión, bajo la dirección de un conocedor del medio (Carlos) y un incansable organizador-marchador (Beli), que sin perder detalle, siempre deja un hueco de improvisación que es la justa para que todo se convierta en apasionante.

Después de acceder andando entre nieve, nos enfrentamos a una Laguna Negra, vestida con una gruesa capa de hielo y nieve, donde su bonita imagen nos hace disparar fotos y más foto.

Ha llegado el momento, tras “campronearnos”, comenzamos en lenta “procesionaria” para casi escalar el empinado ascenso. Despacio, asegurando cada pisada, nos vemos envuelto en una pared de hielo, escalonada por otras pisadas, su culmen nos abre al paisaje de montes y nieve, donde la inmensidad de paisaje, nos da un respiro de aire puro, que parece inyectarse directamente en nuestras venas.

El trazado nos lleva en caravana, siguiendo movimientos en goma. Lentos, seguros y pletóricos, así nos mostramos, aunque sin perder de vista el precipitado ritmo de nubes, que sobre nuestra izquierda rebotan en la cordillera montañosa, dejando una mañana en su punto justo.

Ana y Sergio cumbreando Picos de Urbión
(Fotografía Carlos)
Estamos en el momento clave, al fondo la cima, protegida por un viento enardecido, que defiende la cumbre, y a nuestras espaldas un regreso simplemente placentero y reconfortable. Los más retornamos, mientras los menos, abanderados por su experiencia siguen a la conquista.

Soria, nos abrió sus puertas y nos mostró sus caminos: Molinos del Duero, la Laguna Negra, Picos de Urbión, Vinuesa, Calatañazor y Ucero.


Carolina, Ana, Silve, M. Tere, M Ángeles, Belisario, Miguel el mayor, Eugenio, Carlos, Sergio, Miguel el joven y Julián fueron los caminante, viajantes y expedicionarios, donde un poco de todo fabricó la aventura.

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