Es una de esas tardes que vas sin rumbo, sólo vas a dejar
pasar el tiempo entre pedales.
Pero es la gran mancha blanca la que me atrae y me lleva, de manera sigilosa me succionan sus entrañas, mientras el lento pedalear hace ronchar las ruedas. Despacio y sobre una piel muy fina oigo los silencios, miro los infinitos, fotografío y grabo.
Estoy en medio de la inmensidad del blanco que en las venideras corrientes de calores sus partículas ascenderán a los Cielos.
Ahora, ya en casa. Selecciono fotos, las uno, las transiciono, les doy su sonido,…. pero en la grabación de sombras y pedales salen ruido desde las entrañas. Extraños ruido desde un lugar de silencios.
Surgen mis dudas y muestro mis temores, serán psicofonías o cacofonías. Lo que es cierto que, cuando los escuchas, sobre tu piel se dibuja un miedo escalofriante.
O parafraseando a Anthony Blake: Y todo lo que han “oído” es producto de su imaginación, no le dé más vueltas. ¡No tiene sentido!.
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