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El que todo lo sabe |
Me gusta más acercarme al futuro
desde el pasado, saber cómo se ha ido construyendo nuestro mundo, aprender de
los errores, valorar y admirar aquellos grandes personajes, que en mayor o
menor medida, han conseguido que este mundo intente ser algo mejor.
Soy muy escéptico con el vaticinio y más si
este es destructivo de la persona individual, como es el caso de George Orwell, en el libro
1984, donde se suprime la libertad del
individuo y su independencia, para ser sometido
al imperio de un estado totalitario que controla hasta el ámbito más íntimo de
la persona.
“La sombría y omnipresente figura del Gran Hermano, el jefe que todo lo ve, todo lo
escucha y todo lo dispone”, escribe Geroge Orwell en el libro que ha sido el
inspirador el reality show televisivo Gran hermano, en donde un grupo de
personas se someten al ojo que todo lo ve.
1984, describe una sociedad sometida al totalitarismo más salvaje, basado
en tres consignas: La ignorancia es la fuerza, la esclavitud es la libertad y
la guerra es la paz.
La implacable red que todo lo
controla no está para ser el presente, sino ser el permanente futuro, superando
las consignas históricas de aquellos gobiernos que las llevaron a cabo y
fracasaron: El despotismos era: “No harás esto o lo otro”. La voz de mando de
los totalitarios era: “Harás esto o aquello”. Nuestra orden es: “Eres” (1984,
George Orwell)
El Partido ordena “ERES”, donde sólo el
Partido sostiene la verdad y es efectivamente la verdad, porque es
imposible ver la realidad sino es a
través de los ojos del Partido.
Controlar el pasado,
modificándolo mediante palimpsesto,
donde la historia queda relegada a la verdad del Partido. Controlar el
individuo, mediante la supresión del raciocinio lógico, es establecer la verdad
increbrantable para conseguir la felicidad colectiva que sólo el Partido tutela.”
Desaparecida la mente individual, única capaz de cometer errores, se da paso a
la colectiva e inmortal que recae en el
Partido, como única capaz de captar la realidad.” (1984, George Orwell)
Construir un neolenguaje, suprimiendo las palabras que son innecesarias,
limitando la capacidad de pensar, asegura la anulación del individuo y se
obtiene el total control de todos y cada uno de los individuos en una sociedad
identificadas por tres clases: Alta, media y prole.
Con un pasado hecho a la medida -y
en cualquier momento modificable a su interés y necesidades de control- asegura el futuro, anular al individuo para
dejar la verdad a los ojos del Gran hermano, establecer un neolenguaje que
impide la construcción de un pensamiento divergente, sólo queda buscar
una estabilidad intrafronteras.
Tres superestados planetarios (Oceanía, Eurasia y
Asia Oriental) con fronteras de dudosas definición y que no importan,
porque en estas guerras no hay interés de ningún Estado por vencer,
tampoco pretende la destrucción de vidas
humanas, sino buscan destruir el material y la sobranza, a través de una guerra
permanente, que evite una paz prolongada que sólo devolvería
a la sociedad su capacidad de
pensar y recuperar la individualidad, además la guerra crea la atmósfera mental
precisa para mantener una sociedad jerarquizada y la vía de achacar al enemigo
los males internos.
Establecido todos los controles
para mantener una sociedad
permanentemente vigilada, donde la individualidad es inadmisible y los
disidentes son severamente castigados y antes de ser llevados a la muerte, son
sometidos a un lavado mental, en el que el
disidente acaba amando al Gran Hermano y conforme con ser ejecutado, con está
programada muerte también se destruye cualquier posibilidad de crear mártires
que sean convertidos en refentes que
alteren la estructura de este totalitarismo salvaje.
Al fin y al cabo una entelequia,
pero que deja un ligero poso, que nos lleva a la reflexión sobre las posibilidades reales
de control y al esfuerzo que se tiene que hacer para llegar a discernir la
realidad de lo que muchas veces de otra manera se nos quiere presentar.
Cuídate del ojo del
Gran Hermano y para ello adéntrate en este libro de George Orwell.