Son las 14,30 horas, después de
reponer fuerzas a los pies de la Brecha de Rolando nos toca afrontar el último
objetivo.
Taillón, 3000 metros de fácil acceso.
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Al frente el Dedo, regresando |
Nada nos va a detener. Contamos con
tiempo suficiente, excelente ánimo y lo más importante: fuerzas.
Llegado al “Dedo”, sólo nos queda
crestear, dejando a la derecha la plataforma de Gavarnie con el puerto de Bujaruelo
y a la izquierda el Parque Nacional de Ordesa.
Comienzan a caer unas inesperadas
gotas de agua revueltas con granizo, bajo una sinfonía de sonoros estruendo.
Miramos hacia atrás, y en semicírculo
derecha (valle de Ordesa), unos nubarrones oscurecidos parecen tener una
perfecta formación de ataque. Los grupos que nos preceden han abortado el
ascenso y regresan. Roberto y yo, nos miramos y entre dudas decidimos seguir
avanzando. Bienve está culminando el Taillón. Nosotros estamos a escasos 20
minutos.
Nuevo ataque embravecido de granizo,
acompasado de sonoros estruendos que reverberan en el valle Ordesa. El compacto
ejército de nubarrones se aproximan perfectamente apiñados. Avanzan por nuestra
retaguardia, movilizando su ala derecha por el paso de Bujaruelo y adelantado
su franco izquierdo trata de hacer una envolvente hacia la cima del Taillón.
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Refugiados |
La estrategia del ejercito de nubarrones es imparable.
Truenos y relámpagos invaden un espectacular
escenario en el que nosotros nos mostramos altaneros, en alto y al descubierto.
Bienve ha culminado el Taillón, nosotros
estamos a diez minutos. Nadie nos sigue. Estamos a dos palmos para cumplir lo escrupulosamente
planificado.
Relámpago,… sonoro estruendo.
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Viendo pasar, al fondo clarea. |
Damos
un giro de 180 grados. Ahora nuestro objetivo es la pared izquierda de la
Brecha (posicionados desde el valle de Ordesa), donde su casi vertical pared
nos dará resguardo del descomunal avance de esta caballería pesada de catafractos
nubarrones.
Cobijado
en la oquedad de la vertical pared, hasta que amaine la tormenta, dejo la mochila,
los bastones, el piolet, los crampones, el gps, el teléfono,… un completo
pertrecho de “cuan” soldado senderista descansa, donde momentos antes y en los más
alto del filo del collado a las puertas del Taillón se desplegaba en singular
batalla retadora
Cuando
el disfrute no te obliga a nada y la sensatez te obliga a todo, se hace
importante el conocer que hacer, como hacer, cuando hacer y donde poner el
límite.